Vista su situación actual, levantada sobre la soledad de la altiplanicie y en un entorno austero, cuesta creer que la ermita de Gracia sea un santuario de gran devoción en la comarca de Sayago. Desde que termina la fiesta de septiembre hasta la llegada de la primavera, el templo pierde todas sus funciones, sus puertas se cierran y vuelve a ser pasto del deterioro y la soledad.

Antaño este enclave, situado en el término de Villamor de Cadozos a medio camino entre Almeida y Bermillo, fue un punto estratégico donde, además de las romerías, se celebraban fiestas y hasta una feria ganadera gracias al privilegio concedido por los Reyes Católicos. Aquella feria ya es historia, no tanto otros acontecimientos muy puntuales como en ocasiones fue el escenario de la fiesta de los empresarios sayagueses o la fiesta de la comarca, ya desaparecida. En un intento de recuperar la vitalidad social y religiosa de este enclave, la ermita de Gracia ha sido escenario de una convivencia con estudiantes de Miranda como este localidad lusa lo fue también con los sayagueses.