Los controles de población de lobo no solo no son efectivos para reducir los ataques al ganado sino que puede provocar el efecto contrario. Así lo sostiene el biólogo Alberto Fernández Gil en una tesis doctoral defendida el año pasado en la Universidad de Oviedo. Los estudios realizados por este profesional, que también es representante ecologista en el comité consultivo del lobo en Asturias, llegan a la conclusión de que en las zonas donde se han realizado esos controles selectivos del cánido se han elevado los daños a la ganadería.

Fernández Gil sostiene que las batidas organizadas, que en Zamora autoriza la Consejería de Medio Ambiente con el objetivo de minorizar los daños, "pueden conducir a una mayor tasa de predacción al ganado". Defiende el biólogo que esta medida desestructura las manadas de lobos y las hace más pequeñas, de manera que se eliminan ejemplares de la especie pero hay más grupos dispersos y éstos "se defienden peor ante sus presas y se ven obligados a matar con más frecuencia".

El biólogo analiza este tema en el trabajo titulado "Comportamiento y conservación de grandes carnívoros en ambientes humanizados: osos y lobos en la Cordillera Cantábrica". Y aunque lo contextualiza en su espacio de estudio, la tesis es perfectamente trasladable a la provincia de Zamora, donde se concentra la mayor población de lobo ibérico (en la Reserva de la Sierra de la Culebra) y los ataques de esta especie han provocado un conflicto con los intereses de los ganaderos.

"Yo me opongo a los controles de población por definición. Si hay que matar a un lobo por algo determinado se puede discutir", según las declaraciones recogidas por el periódico La Nueva España -del mismo grupo que La Opinión-El Correo de Zamora-. Fernández Gil asegura que sus conclusiones van en la misma línea que un informe estadounidense, según el cual las batidas de lobos tienen efectos "muy duros" sobre la ecología y no alcanzan los objetivos para las que están autorizadas.

La Consejería de Medio Ambiente autorizó el año pasado la caza de 36 lobos en Zamora: 15 en Aliste; 13 en Sanabria; seis en Benavente y Los Valles y dos en Campos-Pan. En el conjunto de Castilla y León, el cupo se eleva a 140 lobos al norte del Duero en un periodo hábil que se extiende hasta el mes de febrero de 2015. En la resolución aprobada por la Junta se insta a los cazadores que organicen monterías o en la modalidad de gancho-batida que tomen las medidas oportunas que garanticen "que únicamente se abatan, como máximo, el mismo número de animales que el de precintos disponibles para esta especie".

La medida recibió la réplica de colectivos conservacionistas al considerar que se tomó sin criterios científicos que la avalen y sin haber convocado la reunión del comité técnico de seguimiento del plan de gestión de la especie.

Al margen de los cupos aprobados, la Junta ha realizado algún control del lobo por reiterados daños al ganado en la comarca de La Guareña y Tierra del Vino.