Juan Antonio Panero, sayagués ilustre por voluntad de sus vecinos, es un hombre que como ilustrado gusta de la conversación, que no se despega fácilmente de la palabra y que no esconde sus firmes creencias religiosas. Aunque se define como autodidacta, afirma haberse valido de los mejores geólogos, de los mejores biólogos, de los mejores historiadores para consolidar sus conocimientos. "Me ha favorecido muchísimo el aprendizaje de esas personas" dice.

-¿Cómo fue su etapa de la enseñanza y qué impresión le causa ver que las escuelas de los pueblos han desaparecido o que aparecen semivacías de alumnos?

-Aprobé las oposiciones en el año 1956. El primer destino fue Alfaraz, donde estuve doce años, hasta ocupar la vacante de Almeida, donde permanecí hasta que me jubilé, en el año 1996. Respecto a la situación actual ya se hizo una concentración escolar como consecuencia de la despoblación del medio rural. Una de ellas en Almeida de Sayago, donde se comarcalizaron 14 pueblos. Se inauguró en el año 1957 con 355 alumnos. Hoy tiene 39 alumnos. El futuro que veo es una concentración de concentraciones. Es inviable, y lo siento por mi pueblo, que algún día se quedará sin colegio, que haya un comedor escolar, un transporte escolar, ocho o diez profesores, luz, calefacción, agua. Es mucho gasto. El futuro es la concentración de concentraciones, que también pasará con la enseñanza, con la sanidad, con la iglesia?. El medio rural se está despoblando y no vemos que haya tocado fondo.

-¿Usted también profesó la política activa y ejerció como alcalde de Almeida?

-Fui alcalde durante el quinquenio 1973-1978. Fue la peor etapa de mi vida. Me tocó bregar en el propio pueblo, a veces en contra de todo tipo de aires, situaciones y creencias. Cuando me hice cargo de la Alcaldía encontré al pueblo como eran entonces: en verano polvo en las calles y en invierno barrizales que te metías hasta la rodilla. Los problemas comunes se resolvían con un trabajo y un esfuerzo en común. La única forma de acabar por el polvo y el barro era a bregar los vecinos, codo con codo, ya que la grava y el cemento lo pagaba la Diputación. Se empezó con una calle y, a la vista de los resultados, se sumaron otras y hubo que poner cinco hormigoneras, una en cada barrio, porque nadie se quería quedar atrás. Al mismo tiempo se metió el agua y el alcantarillado. Fue una obra de infraestructura necesaria que dio otro aspecto al pueblo, junto con un campo de fútbol y un centro cultural de actividades múltiples.

-¿De dónde le viene el amor a la naturaleza?

-Somos hijos de ganaderos y labradores, y hemos vivido en el medio rural. La vida estudiantil nuestra no es como ahora. Cuando llegaba a casa me encontraba la puerta cerrada pero sabía que bajo una piedra de la cortina estaba la llave, y además una nota: cuando te cambies de ropa te esperamos en tal prado para recoger la hierba. Me he cultivado en medio de los pájaros, de las ratas, de los ratones, de las zarzas y de la naturaleza. Un poco Adán.

-¿Qué opina del grado de corrupción política, empresarial y casi social que hay en este momento?

-Nos ha sorprendido ver en la corrupción a personas que considerábamos honestas, que habíamos pronosticado que serían presidentes del Gobierno, como Rato. Sentimos repudio, desgana cuando llegan las elecciones por votar porque es inconcebible. Da igual blanco, negro que mediano. Siempre he pensado que en el medio rural no debemos ir a las siglas, y sacar una radiografía previa de quien quiere ser alcalde. Yo fui alcalde a dedo. Se presentó el Gobernador en Almeida, porque cesó el alcalde anterior. Nadie sabía a qué. Dijo que para saber de las inquietudes. Cuando llegaban personajes como el gobernador o el obispo el pueblo.... Por abrir boca me atreví a exponer que no teníamos biblioteca y tal. Y al salir dijo: éste va a ser el alcalde. Me vine a Zamora a protestar pero no conseguí nada. En Almeida hay dos bandos, como siempre. Es la España que pintó Goya. El ser funcionario te obliga a tomar el mando de alcalde, al menos un año me dijo Porfirio Nafría. Llegó un año, dos? y así me tuvieron. Fue una experiencia fatal. "Alcalde de pueblo, y cura de aldea, el que quiera, que lo sea", dice el refrán.

-El sayagués tiene sus propios refranes, algunos duros.

-Lo del sayagués no le des, que no lo agradece, es mentira. Nos hizo mucho daño Juan de la Encina y las obras de teatro de carácter pastoril que se desarrollaron en la época de Felipe IV, en Salamanca, con el habla sayaguesa. Hubo un concurso, y tenía que ser en lenguaje sayagués. Ganó la obra un tal Gallinato. Fue muy vejatorio porque nos puso de palurdos, de paletos. Fue horroroso. Nosotros tenemos una trayectoria más positiva. Ya en la época de Roma Ledesma fue un emporio más importante que Zamora porque pasaban comboyes de oro. Y nuestra relación siempre ha sido más con Ledesma y Salamanca que con Zamora.

-La despoblación y el envejecimiento son un problema del medio rural que hiere a todos. ¿Hay fórmulas para combatirlo o revertir la situación?

-Muchos queremos saber que motivación habría para que los jóvenes no solo no salgan sino que vuelvan. Las ayudas del campo, la PAC, ha dado de alguna manera vida, por lo menos para permanecer; o las ayudas para mantener las razas autóctonas que da la Diputación. Pero son minucias. El trabajo en el campo es duro. No hay horarios y la gente prefiere trabajos con sábados y domingos libres, y con vacaciones. El campo está yermo. Va cada vez a menos porque lo que produce apenas vale y no se ha revalorizado a pesar de que han subido los piensos, los impuestos, el gasoil. Pero los cereales siguen como hace veinte años. Malamente sacan para vivir. Entonces en cualquier cosa mejor que de labradores.

-¿Hay suficiente reivindicación en Ayuntamientos o alcaldías para impulsar el desarrollo? La Casa del Parque de Arribes pasa cerrada parte del año, no hay depuración alguna en el Parque....

-No hace falta ir tan lejos. La institución Rei Alfonso Henriques, en Zamora, fue casi una panacea de centro de reuniones, fomento de? y cada vez menos. Sería una posibilidad el turismo. En Almeida he hecho diversas rutas. Una sobre rivera (con v) y ribera (con b). Hice una ruta arqueológica, relacionada con un dolmen que existe en Almeida, y con los grabados rupestres. Hice otra ruta ecológica, por un monte que llaman la Cueva, y otra ruta geológica. Pues no veo absolutamente a nadie por esas rutas. Allí están las balizas, los carteles. No te extrañe que el Parque de Arribes tenga gente, pero no la que necesita Sayago, que tiene y ofrece tantas cosas. La gente pasa por los pueblos y no hay carteles que digan qué ver. Hace falta información e inversión.

- Su último libro "Almeida de Sayago. Pasado y presente de sus tierras y sus gentes" goza de una aceptación local extraordinaria

-Este libro se ha hecho en edición restringida. La tirada ha sido de 300. Lo más insólito, y es histórico, es que la gente compre el libro, de 52 euros, sin verlo. Pesa 1,600 kilos. Lo más trascendente es que lo ha hecho el pueblo. Ahora ya no cabe pensarse en ayudas y subvenciones. Yo publiqué seis o siete libros con Aderisa, la Agencia de Desarrollo Rural, que recibía dinero comunitario con el fin de hacer divulgación de la Cultura. Duraban menos que unos caramelos en la puerta de una escuela. Algunos duraban 24 horas. Se venden rápido porque son gratis.