Fernando Miguel Hernández habla con la cadencia y la sencillez de los monjes. Y con la misma devoción sobre un pasado que ha estudiado a conciencia.

-¿Cómo partió la idea del estudio de un convento de San Francisco hoy reconvertido, tras una restauración en Casa del Parque de Arribes, en Fermoselle?

-Arranca en el año 1988 cuando Hortensia hace un proyecto de intervención integral en el convento de San Francisco: arquitectura, arqueología, y comienzan después a hacerse excavaciones por parte de Fernando Treceño, Fernando Puertas, Strato y el centro se enfoca a Casa del Parque Natural de Arribes. Una vez inaugurado se me encomienda el estudio de interpretación del edificio junto con el conocimiento de la comunidad de la orden que había detrás. Estaba quedando como oscurecido por los paneles de la exposición, muy digna, pero que ocultaba la arquitectura del convento. También el proyecto arquitectónico, que fue muy aseado y acertado, en otros modificó. Hacía falta una comprensión del edificio que alojaba al parque y trae a mucha gente inquieta por la naturaleza. Antes llegaban mendigos, menesterosos...

-¿Fue laboriosa la tarea de documentarse sobre los orígenes del convento y la estancia de los frailes?

-He trabajado varias fuentes. Las arqueológicas por descontado, porque son inapreciables; documentación de la orden, que se encuentra dispersa en varios archivos, en Valladolid y Madrid; un libro del erección de la provincia descalza de san Pablo, este convento pertenecía a San Pablo, que está al norte del sistema central, los capítulos provinciales de la orden, en Valladolid, los libros de novicios en el archivo de la orden franciscana del archivo iberoamericano, de Madrid.

-¿Qué le ha llamado especialmente la atención?

-Lo más relevante. Conocía otro convento: era San Francisco Estraponte, que era de la rama de los observantes, de los antiguos conventuales, que eran grandiosos en las dimensiones. El que yo excavé en el año 1994 no quedaba nada de él porque le habían robado hasta los cimientos. Este convento de Fermoselle era de los descalzos, una orden muy austera, muy integrista, que iban con los pies sin sandalias, vestidos con sayales y harapos, que eran mendigos, viajeros sin posesión de nada. Esta arquitectura me interesaba mucho. También estoy acostumbrado al arquitectura cisterciense, de Moreruela y San Martín de Castañeda, que es de mucha calidad. Pero esta es una arquitectura de espíritu diferente, de humildad, de pobreza, de la orden de Santiago de Alcántara.

-¿Existió algún momento de relieve o de esplendor en este convento fermosellano?

-De un convento franciscano no se puede hablar de esplendor porque abría dejado de ser descalzo. Llegan en un momento el.... En 1740 se funda el convento y a parir de ese memento la atención espiritual de socorro material, la ayuda la compañía fue enorme, aparte de crear una escuela de gramática en que la que instruía a los niños pequeños en una parte del edificio.

-Que supone el emplazamiento de una orden en un lugar fronterizo

-Los franciscanos descalzos buscan los sitios apartados donde no van otras órdenes, zonas de gene humilde, como ellos, que eran alegres con los pobres. Estas zonas de frontera eran las más atractivas. Aquí y allá, no había límites en realidad. La Virgen de Nuestra Señora de la Bandera, que es la patrona de Fermoselle, la llevaban los frailes enarbolándola cuando iban rezando el rosario para Portugal. Luego se la llevaron a Baltanás, en Palencia, y al final, cuando se inauguró el convento vino para aquí. Estas tierras son muy duras. El Tormes, los arribes, el encajamiento. la penillanura?

-Su estado de ruina da fe de que sufrió un declive severo. ¿Cómo llegó el final?

-Apenas dura cien años. Como todos los conventos españoles desde la política liberal, que tenía my buenas intenciones en muchos aspectos, hizo mucho daño a la arquitectura conventual. Hay que reconocerlo desde la perspectiva de hoy. Y todos los conventos que tenían doce frailes o monjes tuvieron que cerrarse, exclaustrarse y poner a salvo o a venta su patrimonio. De 1740 a 1825 esa fue biografía. Aquí queda una arquitectura que está muy poco valorada. Que pasa desapercibida, que es poco comprendida pero que refleja muy bien un ideario porque la humildad y la pobreza se refleja en la sencillez.