Un grupo de quince miembros del Club de Montañismo Sanabria rindió tributo ayer a los 144 vecinos de Ribadelago fallecidos trágicamente por la rotura de Vega de Tera, y lo hizo con una caminata de 23 kilómetros, por cumbres entre 1.529 y 1.849 metros de altitud de la Sierra Segundera. El colectivo de sanabreses, en su mayoría de los pueblos de la comarca, inició el camino poco después de las 10 de la mañana desde el alto de la Laguna de Peces, para culminar en Vega de Tera. Se echaron a la espalda la mochila y disfrutaron de un tiempo "estable" para Daniel Boyano, uno de los impulsores del club de montañismo y de la iniciativa. Los montañeros invirtieron un tiempo de seis horas en completar el recorrido de ida y vuelta al lugar de partida.

Un primer trayecto discurrió hasta Vega de Conde, presa contemporánea de Vega de Tera, pero de menor capacidad. Tras pasar por la pared de este pequeño embalse el grupo enfiló el camino que discurre por el valle, paralelo al río Tera, en su descenso hasta la pared del embalse quebrado. Las dificultades a priori esperaban en la nieve y el hielo a causa de las bajas temperaturas en el recorrido, aunque buena parte del mismo se realizó por sendas y caminos marcados y transitados con frecuencia por senderistas, montañeros y los ganaderos que desarrollan su actividad en el Parque Natural. El tiempo no añadió complicaciones al viaje porque resultó un día primaveral, con nieve en las cimas para recordar que es invierno y algo de hielo jalonando el camino, aunque menos de lo normal.

Un camino es sobradamente conocido para la mayoría de los montañeros que ayer se sumaron a esta iniciativa. Un camino que cientos de trabajadores de la montaña sanabresa cruzaron a diario en la década de los años 50 para trabajar durante meses y levantar, a destajo, los muros del dique que en la mañana del 9 de enero de 1959 se desplomó llevando la tragedia a Ribadelago.

A lo largo de la marcha salieron al paso un par de corzos y algún cazador por los altos, bastantes solitarios después del ajetreo de visitantes en otras épocas. La pared rota permanece como protagonista y testigo de esos hechos. La presa Rota volvió ayer a recibir muda a los excursionistas cuando el sol iniciaba su descenso. Los caminantes hicieron constar que a su "escalada" no se sumó ningún representante institucional ni de los alrededores, ni por supuesto de más lejos. Presencia que no hubiera aportado mérito al esfuerzo individual, pero sí hubiera respaldado el gesto de un grupo que no olvida un golpe humano irrecuperable.

El colectivo el Huerto del Pozo organizó además, el viernes por la noche, un ciclo sobre Ribadelago donde se proyectaron los documentales de la época y algunos de los documentales emitidos con motivo del 50 aniversario. En las redes sociales muchas personas han dejado constancia de su apego a la tierra y al sufrimiento que medio siglo después evoca solo el nombre de Vega de Tera. Entre esos homenajes destacar el del músico "Ciudadano A", Miguel Ángel Castro, con un tema instrumental a la guitarra acústica y una versión del tema "Historia Triste" con imágenes del año 1959.