El Cencerrón ha recuperado este año parte de los ancestrales signos de identidad de su siniestra máscara recuperada en parte, con complementos añadidos no originales, hace varios años. El diabólico personaje volvía a lucir los temidos cuernos reales y la careta en su parte trasera, cayendo hacia la espalda, vuelve a cubrirse como antes con una piel de animal. La diferencia está en que ahora la cubre la de un macho cabrío, y antiguamente contaba con la piel de una especie salvaje, el "perro bardino", que así se le conocía entre la admiración y el miedo.