La tercera operación subacuática de limpieza de los fondos de las playas del Lago de Sanabria se saldó con la recogida de varias decenas de kilos de plásticos, envases, vidrio, latas y tubos de PVC. Un catálogo de basura al que hay que sumar inexplicablemente varios neumáticos. En la operación participaron una veintena de personas, entre ellas los 12 buzos que se sumergieron en la playa de Custa Llago para recoger lo que alguno de los participantes tachó de "residuos de los guarros" tras un verano de playa.

Los participantes, todos ellos submarinistas voluntarios supervisados por Miguel Ángel San José, quien reconocía que se ha detectado una disminución de la basura que se arroja al Lago, lo que ha hecho efectivas las estas campañas de limpieza en la concienciación de los usuarios. El aspecto negativo ayer fue la falta de colaboración de todas las administraciones que tienen que velar por la buena salud. La falta de apoyo impidió que el grupo de voluntarios contara con un contenedor para recoger los residuos no urbanos, neumáticos y tuberías. De hecho se rescataron dos neumáticos de auto y carretillo que se trasladaron a un punto limpio en Zamora.

Coordenadas de GPS

Un tercer neumático de camión sigue en el fondo del lago, aunque localizado por coordenadas de GPS, para que la autoridad competente proceda a recogerlo. A diferencia de años anteriores no colaboraron ni el Ayuntamiento, ni la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, ni técnico alguno de la Confederación Hidrográfica del Duero, pese a que estaba notificada la actuación de estos voluntarios. Tan solo hubo presencia de la Guardia Civil, ya que la Subdelegación de Gobierno también estaba informada. Se echó en falta la presencia del Grupo GEAS de la Guardia Civil que solían participar en esta operación. El catamarán Helios Sanabria sirvió de plataforma para acercar a los buzos al punto de inmersión, con la colaboración de la Estación Biológica Internacional Duero-Douro "Europarques" que puso su tripulación y sus buzos a disposición de los voluntarios.

Sí colaboró el propio Lago que regaló una temperatura en superficie significativa de 19 grados a las once de la mañana, cuando comenzaban los preparativos y el embarque de todos los equipos y los buceadores. Poner a punto las botellas, los ordenadores para bucear en altitud (1.000 metros), y revisar los equipos y desinfectar los equipos llevó su tiempo, fundamentalmente para garantizar la seguridad. Para algunos participantes con experiencia en otras zonas, bucear en esta zona no es fácil por las temperaturas porque es necesario organizar un grupo, aún así estaban satisfechos de poder hacer su primera inmersión en el lago glaciar más grande de la península. El buceador Jorge Ignacio Guerra ha repetido experiencia y ahondaba en la labor que realizaron los voluntarios del GRS, grupo de rescate, de Castilla y León cuando todavía no había cuerpos profesionales en la región.

Las previsiones de mal tiempo hicieron que algunos de los participantes descartaran la inmersión, ya que estaba previsto un grupo de más de 20 buceadores. Las primeras horas la actividad se desarrolló sin contratiempos y sin lluvia, con sol incluso, con la precaución y cumpliendo las medidas de seguridad para sumergirse. La inmersión se realizó, por seguridad, por parejas y con la supervisión desde una lancha. La visibilidad también ha mejorado, aunque todavía está lejos de recuperar los 14 metros de visibilidad de las aguas cristalinas lacustres.