Un nuevo libro del investigador Samuel Mezquita evidencia que no solo Granja de Moreruela y Bretó rendían culto a la Virgen de la Pedrera. La imagen que mantiene enfrentados a los dos pueblos después de que unos pocos vecinos de Bretó decidieran por orden del cura "trasladar" la talla a su iglesia -una "mudanza" que los granjeños califican de hurto -era venerada también por Santovenia, Barcial del Barco y Villaveza.

La obra de Mezquita y la documentación que recoge - "creo que no hay más", recalca el autor- viene a arrojar luz sobre la propiedad de la talla y de la ermita que la custodiaba hasta el pasado 26 de abril, cuando vecinos de Bretó decidieron a "hurtadillas" llevarse la pieza a su iglesia ante el "silencio" del Obispado de Zamora.

El investigador de Santovenia, que presentó el libro en Granja de Moreruela el pasado día 12, deja claro que no pretende inmiscuirse en el conflicto, pero si dejar claro que en toda la documentación que ha hallado "el culto a la Virgen de la Pedrera se extendía a Barcial del Barco, Villaveza y Santovenia". Así, el primer escrito que menciona La Pedrera data del año 1143, cuando el rey Alfonso VII de León y de Castilla dona la villa de Moreruela de Frades a Ponce de Cabrera para fundar un monasterio.

La ermita de Quintos se enclava en una dehesa que se asienta sobre un terreno particular dentro del término de Santa Eulalia de Tábara, pero en ninguno de los escritos se menciona al párroco de este municipio como "cuidador" de la capilla, pero si a los curas de Granja, Bretó, Santovenia, Barcial del Barco y Villaveza. "Esto demuestra que la devoción a la Virgen de la Pedrera era compartida por los pueblos de ese lado del río", explica Mezquita. Se trataba de feligreses que venían a moler a Quintos y a la Aceña del Hoyo.

El escritor también ha descubierto legajos que demuestran la existencia de una cofradía, aunque no ha hallado los estatutos. Sin embargo, el primer libro de cuentas de la hermandad, fechado en 1650, recoge que el concejo de Granja contribuye con seis reales al arreglo de la ermita, los mismos que Santovenia. Cinco reales y medio aportó Bretó y 18 reales un difunto.

Peregrinación

Mezquita también publica documentación en la que se revela que Santovenia peregrinaba hasta 1804 a la Pedrera el mismo día que los vecinos de Granja de Moreruela, el 25 de abril, festividad de San Marcos. Según otro escrito, en octubre de 1650 la imagen de la Virgen se traslada por primera vez a la iglesia de Bretó debido a que las inundaciones destrozaron la ermita. El obispo ordena que la talla regrese a la ermita una vez acabadas las obras, que concluyeron en 1654.

Once años después, y ante el mal estado de la talla románica, el obispo encarga a los curas de Bretó, Granja, Santovenia y Villaveza la construcción de un nicho para guardar la pieza. Según los apuntes sobre Bretó realizados por el párroco Emilio J. Prieto González, una de las fuentes documentales del libro, la ermita de Quintos era propiedad del duque del Infantado, marqués de Tábara, aunque acabó heredándola la marquesa viuda de Pastrana, quien la cedió a sus sobrinos. Estos la vendieron al duque de Sotomayor, Pedro Martínez de Irujo, padre del primer marido de la duquesa de Alba, que fue diputado conservador por Zamora entre 1916 y 1918.

Emilio Prieto también rubrica en uno de sus escritos que "sin que haya papel alguno, la conservación y administración de la ermita está a cargo del concejo de Bretó", una decisión que Samuel Mezquita atribuye a una mera casualidad: la capilla quedó en aquellos años bajo la jurisdicción del Obispado de Astorga, al que pertenecía Bretó. Nueve siglos después, como en e l pasado, el destino de la ermita y su Virgen parece estar en manos de la Iglesia y la nobleza.