Qué hacer en una tutoría con adolescentes, cómo ayudarles a ser ellos, cómo prevenir las adicciones. Manuel Ángel Sanabria se ha propuesto responder a estas preguntas en "Tutores y adolescentes", obra que presenta una serie de problemáticas de los jóvenes entre 11 y 16 años. Autoestima, relaciones grupales, acoso, la violencia o los riesgos de las nuevas tecnologías son analizadas por este doctor en Psicología, profesor y especialista en adicciones. El libro es una mezcla de la experiencia profesional y educativa que Sanabria ha compatibilizado con colaboraciones en Proyecto Hombre o el diseño de un programa de prevención para los centros educativos de Galicia.

-Usted plantea cómo ayudar a los adolescentes, cómo prevenir las adicciones. ¿es este el principal problema al que se enfrentan los jóvenes?

-Tenemos el problema de los consumos y en eso va el llamar la atención, pasarlo bien, sentirse mayores, aparentar ser el más guay. Eso a veces les lleva a hacer cosas muy atrevidas sin pensar en la otra persona que puede ser objeto del sufrimiento. Son unas inquietudes que siempre van a estar ahí por mucho que las sociedades cambien. Lo que cambia es la manera de exteriorizarlas, algunas cosas se manifiestan en la forma de divertirse y ahí surge por ejemplo el consumo de alcohol. Por ahí van las cosas.

-Amplificadas con un fenómeno nuevo y preocupante como las nuevas tecnologías porque no tienen límites, están tan al alcance de chavales muy jóvenes. ¿Cómo controlar las redes sociales?

-No tiene límites y no sabemos dónde va a parar porque a medida que se establecen hay una nueva herramienta que sale por otro lado y ese límite a lo mejor se queda corto, pequeño o lo rompe. El problema es que no sabemos dónde va a parar y si el proceso legislativo es muy lento, cuando la legislación toque el problema éste queda obsoleto y ya se ha buscado la manera de burlarlo o de pasar por encima.

-¿Entonces?

-La herramienta fundamental es la formación porque al fin y al cabo en la formación los límites los tiene que poner el propio sujeto. Enseñarles, la educación, ésa es la idea. Y ya que a nivel externo estas limitaciones van a ser muy pobres, tenemos que dotar de unos autocontroles para que los aplique el propio individuo. Sabemos que no va a ser una medida eficaz al cien por cien pero se trata de disminuir o de afrontar el problema lo mejor posible.

-Los padres, los profesores, ¿es tarea de ambos?

-Sí, es tarea de quienes están en torno a estos jóvenes. Es fundamental que los padres tengan una capacidad de respuesta y que en el colegio los profesores puedan estar ahí, echar una mano. Se necesita mucha intervención en ese sentido para evitar problemas mayores.

-La familia, la educación, el colegio, los amigos... ¿qué influye más en los adolescentes?

-La influencia de estos grupos va dependiendo de las edades. A edades infantiles es la familia, después esta va perdiendo esa capacidad de influencia y de control y la van asumiendo, compartiéndola quizás con el colegio como institución, los compañeros. Y un poco más adelante, en la preadolescencia y la adolescencia, ya no es la familia, ni el colegio, son los amigos los que marcan la pauta.

-A veces se genera el conflicto entre padres y profesores a la hora de establecer responsabilidades en la educación ¿por qué?

-Más que insistir en prioridades quizás habría que hacerlo en la coordinación de todos los focos de influencia, tiene que ser una acción conjunta. En la medida que la individualicemos por uno de estos campos, bien la familia, el colegio o el mundo social, perderemos eficacia. Si los tres van coordinados, si se enfocan al mismo objetivo la eficacia por supuesto se va a multiplicar. Si un alumno llega a casa y cuenta que en el colegio la profesora me dijo tal y la familia le dice que no haga caso, eso elimina la acción del colegio. Pero si en casa le dicen que en el colegio tienen razón, que es lo que debe hacer, lógicamente la acción educativa se potencia.

-¿Existe esa coordinación?

-Ese es el problema, que existe cierta descoordinación. Tanto desde las instituciones educativas como a nivel social o familiar hay una dispersión total. Cada familia tiene su mentalidad, su manera teórica de educar. No hay un modelo unitario, hay gran cantidad de modelos, que no es malo, pero tampoco ayuda en la coordinación.

-Entonces se impone una reflexión, un replanteamiento de por dónde tiene que ir la educación, dónde quedan los valores.

-Por supuesto. No se puede educar de manera unitaria, se trata hacerlo en la diversidad y eso supone tener en cuenta todas estas diferencias a nivel individual, familiar, social. A lo mejor habría que educar más en pequeño grupo que en gran grupo, ese es el reto.

-¿El educador se encuentra desbordado ante este desafío?

-Por una parte sí, a veces tenemos problemas con las nuevas tecnologías, problemas de acoso, quejas. Pero a nivel general a nosotros también las nuevas tecnologías nos están ayudando mucho como herramienta en las aulas y como fuente de información.

-Volviendo a los jóvenes, hay casos dramáticos que conocemos a través de los medios, acosos que acaban en suicidio, malos tratos... ¿Es positivo que esto trascienda?

-En cierto modo es bueno porque los adolescentes también perciben de una manera muy directa las consecuencias a las que se puede llegar. Cuando ven esa noticia, el movimiento social que hay en torno a ella, las publicaciones en los medios, pues también les impacta. Hace un poco la función de prevenir por el temor. Pero, claro, todo lo que esté basado en el temor no es trabajar en positivo.

-¿Contempla el futuro con optimismo, se impondrá la sensatez de todos, se encontrará una fórmula para el uso correcto de las nuevas tecnologías?

-El futuro es muy difícil, tenemos que enseñar a los jóvenes, concienciarles del uso adecuado. En el fondo la educación tiene que incorporar el acceso a las nuevas tecnologías que antes no existía. Ahorran una cantidad de tiempo al sistema educativo que a lo mejor se podría centrar en otras cosas como son los valores. Porque esos valores nos podrían ayudar en el manejo de estas herramientas de una manera más humana. Se trata de determinar cómo nuestros alumnos puedan manejar estas cosas con unos criterios, unos valores y una ética para lograr un uso adecuado y por supuesto que no dañen a los demás.

-Educar en valores...

-La crisis más que nada en el fondo es de valores. Si solucionamos el tema de los valores solucionamos el tema de las crisis, incluso la económica.

-Hasta qué punto ha influido la crisis en el tema personal.

-Nosotros estamos desarrollando bastantes campañas de solidaridad y los chicos responden muy bien. Antes les hablabas de una situación y lo veían como una posibilidad, la solidaridad la veían como algo lejano, destinados a países extranjeros, el tercer mundo. Ahora las necesidades las tenemos a vuelta de la esquina, en nuestra misma calle, en el barrio. Lo ven como una realidad cotidiana.

-¿Qué mensaje transmitiría a los padres?

-Sobre todo que colaboren con los colegios y aunque a veces los profesores también nos equivocamos y metemos la pata, que no nos desacrediten porque hay detrás mucha experiencia, hay conocimientos. Nos podemos equivocar pero pedimos un poquito de paciencia, que no lancen mensajes contradictorios respecto a lo que los alumnos les pueden comentar en casa. Que colaboren con el colegio, vayan a visitar a sus tutores, hablen con ellos. Y que aunque a veces les cueste creer cosas de lo que sus hijos pueden hacer en el colegio, si no al cien por cien al menos se lo crean al cincuenta por ciento porque algo hay. Que les sea más fiable la palabra de los educadores.