A pesar de que a veces se les confunde con los aviones y golondrinas (hirúndidos) los vencejos (apódidos) no tienen ningún parentesco con ellos. Las semejanzas en su morfología se deben a la común adaptación a un modo de vida que supone pasar la mayor parte de su existencia en el aire. Los vencejos se alimentan, se aparean e incluso duermen en el aire. Solo se posan para poner e incubar los huevos y alimentar a los pollos, de manera que un vencejo puede pasar períodos de más de un año sin tocar suelo. Si lo hace, más vale que sea en una ubicación en alto (como están siempre sus nidos) que le permita despegar, pues sus extremidades inferiores atrofiadas le impedirán hacerlo si cae al suelo. En este caso, «solo una mano humana y amistosa podrá salvarle», según detalla Alfredo Hernández.

Al contrario que el vencejo común, que se distribuye por toda la península, la distribución del pálido es mucho más restringida concentra sus poblaciones en Andalucía, sur de Portugal y las costas mediterránea y atlántica hasta Cataluña y Galicia. De forma más localizada y escasa alcanza algunas zonas más norteñas del interior como Extremadura y el sur de Salamanca.

También es mucho menos abundante: mientras que la población española de vencejo común se estima en varios millones de parejas, la de vencejo pálido se calibra más bien en algunas decenas de miles. En la península se reproducen cinco especies diferentes de vencejo (común, pálido, real, cafre y moro) y además hay otra especie exclusiva de las Islas Canarias (vencejo unicolor).

Similitudes

El vencejo común y el vencejo pálido comparten una morfología y un tamaño similares.

Diferencias

La coloración del vencejo pálido es más clara y presenta algunas diferencias en tronco y alas.