Veinte años después, ligero de equipaje y dejándose llevar, el director de cine Mario Camus volvió a los escenarios donde en los primeros meses del año 1993 rodó «su película más íntima» en opinión de Lorenzo Ferrero, cicerone del creador santanderino durante los dos días que ha pasado en Zamora invitado por la Asociación Cultural «La Mayuela». Si anoche recibía un cálido homenaje en Bermillo de Sayago, por la mañana recorrió aquellos lugares elegidos por él mismo que pusieron fondo a «Sombras en una batalla» con Carmen Maura como protagonista.

Sin barullos, inmerso en la quietud del Sayago más auténtico, Camus pasó por Gáname, donde se encuentra la casa en la que viviera la protagonista, y evocó aquellos fríos días de hace dos décadas. «Se acordaba de todo» contó una de sus acompañantes. Hasta pudo saludar a uno de los extras que salieron en la película cuando pasaba con el tractor por las calles de este pequeño pueblo sayagués. Sin focos, ni barullos, anónimo como a él le gusta, el director que logró de Paco Rabal una de sus interpretaciones más excelsas en «Los santos inocentes» con la épica llamada a la «milana bonita», se descubrió como un genial conversador, especialmente cómodo en lo suyo, el cine. «Es un pozo de sabiduría, un hombre con una memoria prodigiosa» evocaron quienes ayer pudieron acompañar a Camus en este imprevisto recorrido sentimental.

Después fueron a Bermillo, otra de las localizaciones, a la casa del señor Ricardo, la de Tito Valverde en la ficción, frente a la iglesia y esta vez también acompañado por el alcalde, Raúl Rodríguez. Hubo tiempo para un piscolabis a media mañana, antes de culminar el periplo en Fariza, al pie uno de los más bellos miradores de los Arribes, en la ermita del Castillo.

Los miembros de «La Mayuela» le habían preparado un recorrido por los escenarios de la película y él encantado con esta inesperada vuelta al pasado, sin dejar de sorprenderse por la cálida acogida de los sayagueses. «Estaba alucinado de que le hiciéramos este homenaje» apuntaba Ferrero. Y ellos se cargaban de razón al agradecer a Mario Camus «que haya utilizado el paisaje de Sayago para hacer su película más íntima, más personal». Así lo apuntaba este miembro de la asociación cultural de Bermillo durante el homenaje. «Sayago, donde nunca pasa nada, resulta que está representada en la película de uno de los directores imprescindibles del cine español». Los integrantes de «La Mayuela» no desaprovecharon la presencia de un gran recreador del realismo rural, que con exquisita sensibilidad presenta a los tipos corrientes, para reivindicar la vida de los pueblos y el sentimiento de comarca.

Lorenzo Ferrero no dudó en calificar como «un hito» la presencia de Mario Camus en esta tierra fronteriza, «en el lienzo sobre el que desarrolló "Sombras en una batalla". Estamos incluidos en su obra y eso es importante».

Al reconocimiento se sumaron desde la distancia y de forma inesperada los hijos de Miguel Delibes, el autor castellano eternamente ligado al director desde que éste llevara al cine con una magistral adaptación «Los santos inocentes». Isaac Macías leyó en público la carta remitida por Germán Delibes quien, «en nombre de todos mis hermanos», felicitó a Camus por el homenaje en Bermillo, lamentó no poder estar presente como sí lo estuvo en otro anterior en Torrelavega y le transmitió las más sinceras «felicidades».

Todo había comenzado el viernes, cuando Lorenzo Ferrero se desplazó a Santander para recogerlo y traerlo hasta Sayago. Él, que cuando excepcionalmente viaja lo hace con su chofer, aceptó este viaje a alguna parte. ¿Y qué vamos a hacer allí? no dejaba de preguntarse intrigado. Sin embargo el maestro Camus se mostró colaborador y cercano desde el primer momento. Al fin y al cabo es la segunda vez que recibe un reconocimiento de alguno de los escenarios de sus películas. La otra fue en Comillas, donde llegó a rodar ocho de sus obras. En Sayago bastó con una.

El hombre no salía de su asombro. Paseó fugazmente por Santa Clara, la única «condición» que había puesto a este inesperado viaje, y durmió en la casa rural de La Tuda donde ayer pudo disfrutar de la etapa alpina del Tour.