«¿Han pasado veinte años?». Justamente. «¿Entonces fue en el 93?», sigue sorprendiéndose. Mario Camus no se ha percatado de que esa fecha redonda es lo que le ha traído a Zamora, más bien a Sayago, donde hoy le tributarán un homenaje dos décadas después de que eligiera esta comarca como escenario de la película «Sombras en una batalla». Será a las 20.30 horas en el salón cultural de Bermillo, de la mano de la asociación «La Mayuela» en un acto abierto a todo el mundo y donde el director hablará de cine.

-¿Por qué situó la trama en Sayago?

-Buscaba un lugar escondido; había rodado en Huelva, en Extremadura y mi relación con Zamora viene desde los tiempos de Claudio Rodríguez. Buscaba un lugar fronterizo, alejado de todo y en cuanto lo vi dije, este es el ideal. Luego nos prestaron la antigua estación de autobuses de Zamora, esa casa en Gáname, estuvimos en la frontera con Portugal. Las localizaciones eran justo las que yo buscaba.

-Se ha definido alguna vez como contador de historias a través de las películas; ¿por qué decidió abordar un tema sobre ETA, esa valiente denuncia de la violencia?

-Esta película la escribí solo, no tenía a nadie a quien involucrar. Fue una película un poco improvisada, yo tenía un pariente implicado en la lucha de ETA. Te queda un recuerdo de aquello que vas acoplando, te preguntas qué hubiera pasado si.... No es que las críticas importen mucho pero sí recuerdo que la primera la recibí tras la presentación en Cannes, fue de Carlos Boyero y buena por cierto.

-Ha hablado de su contacto con Zamora de la mano de Claudio Rodríguez, uno de sus autores de cabecera.

-Yo a Claudio y a Clara les quería mucho, son amigos de toda la vida. Conocí a Claudio desde que le dieron el Adonais en el año 53; me lo encontré en un Colegio Mayor, después le frecuenté mucho, dejé de frecuentarlo. Soy por supuesto, por encima de todo, un profundísimo admirador suyo. Me parece el gran poeta del siglo pasado, sin duda ninguna. Impresionante.

-¿Inspirador como Ignacio Aldecoa, Delibes o Cela? ¿Porque cómo nace la creación?

-La historia de la gente que se dedica a inventar argumentos está muy relacionada con la curiosidad que uno puede tener acerca de las cosas, con las preguntas que uno se haga. Pero eso desde los orígenes, desde pequeño; por las lecturas, por la formación buena o mala, por la gente a la que te has arrimado. En definitiva, por curiosidad.

-¿Y el cine de hoy cómo lo ve?

-Vamos a hablar en serio. Primero, voy a cumplir 79 años, quiere decirse que ya no voy al cine desde hace mucho. Vivo en una ciudad donde no hay cines. En Santander lo hay en el Corte Inglés y yo allí no voy a ver una película, todavía te queda un poquito de vergüenza. Que lo hagan otros me parece bien, pero yo no.

-Pero no me puedo creer que no vea cine.

-Sí me entero de las películas que se hacen porque sigo teniendo curiosidad, entonces espero a verlas en DVD, cuando salen.

-No será descargándolas...

-¡Si yo no se manejar un aparato! Tengo muchos espías, mucha gente que me informa y, sí, las veo en casa, en la televisión normalmente. Lo que se aprecia mucho es la facilidad que tienen estos chicos para hacer una película. Tienen ritmo, están bien rodadas. Quizá lo que más varía en relación a nuestra generación es en materia de argumentos. Han derivado hacia un tipo de cine donde se encuentran cómodos porque da dinero y lo hacen bien, ya sea de terror o de catástrofes o de ciencia ficción. A mí eso nunca me interesó mucho, la verdad es que ni en literatura ni en cine. Ni a mí ni creo que a mi generación, y eso nos distancia un poco. Ahora, en materia formal estos son unos campeones en toda regla, saben todas las posibilidades que hay. Nosotros somos más de trípode.

-¿Qué quiere decir?

-Más de plano fijo, de montajes? Todo ha cambiado mucho. A esta generación que viene, y a mí ya me han pasado tres, yo les veo muy dispuestos, fantásticos, llenos de conocimientos. En materia de temática no me importa demasiado lo que cuentan. Pero eso no lo atribuyas a un problema de ellos.

-¿Y lo que viene de América le importa algo?

-Los americanos cada vez lo hacen peor.

-Aunque sean los que llenan los cines...

-Sí, bueno, porque el telediario les dedica el 90% de la emisión y entonces la gente sigue teniendo esa especie de complejos inamovibles. Están superpromocionados, superpublicitados, en realidad son los grandes invasores, lo han sido siempre y lo seguirán siendo. Hasta que acaben con el cine. Bueno, ya han acabado con el cine, ahora van a acabar con las series de televisión. Pero ellos organizan su estrategia desde un país que lo tiene todo, lo audiovisual es la segunda industria del país y eso es mucho para combatir contra ello.

-Ha llegado a comparar el cine americano con el español como un centro comercial frente a un puesto de melones.

-Ah no, son chorradas que digo yo. Todo tiene que entrar dentro de las leyes del mercado. Y, como decía el bueno de Sampedro (Javier), el mercado puede ser perfecto o imperfecto; siempre estamos con lo mismo. Ahora, si una película viene de fuera, con actores que hablan un español perfecto, con argumentos supercontrastados porque antes ha habido un libro del que se han vendido millones de ejemplares, con 28.000 cines dispuestos a cederle sus salas, publicitada desde los telediarios a rabiar. ¡Quién lucha contra eso! Es muy complicado. Dices, pues hago una peliculita que es muy sensible y está muy bien, pero quién te la mueve. Es imposible.

-¿El 21% del IVA cultural es el tiro de gracia para el cine?

-Al cine ya lo mataron hace mucho. Al cine, al teatro? Todos los gobiernos han tenido esa obsesión porque en el cine no revelen cosas que parece ser que no se pueden decir todavía. Es un medio de expresión muy potente, como lo es el teatro, y son cosas que los espectadores, en el supuesto de que los hubiere, y las películas tuvieran el presupuesto y los medios que necesitan, qué duda cabe de que sería un medio de presión o de contar una realidad que a lo mejor no es la que vemos o la que nos enseñan. Es el caso de «Los lunes al sol», una película que ha dado más datos sobre el paro que 58 telediarios. Entonces nadie nos tiene miedo, lo que nos tienen es una cierta envidia. Mira los actores, normalmente son gente desenvuelta, que se atreven a decir cosas y todo el mundo se horroriza. Pero cómo dicen estas cosas.

-Cuando recibió el Goya de honor hablaba de un panorama nada grato para el cine pero también dijo que llegaría la primavera.

-No ha llegado todavía. Estas ideas que estoy desgranando llevo tiempo diciéndolas, es algo que está clarísimo. Pero es cierto que yo esperaba algo más. Hubo una cineasta que fue directora general de cine, una ministra de Cultura del gremio y decías, bueno pues esta va a cambiar las cosas. ¿Y qué han hecho? Porque lo que hay que poner en orden es la relación con el exterior, con las películas que entran aquí como pedro por su casa. Dices quién va a poner orden en esto, quién va a hablar de los aranceles, qué pagan estos por la licencia de doblaje, qué queda en España, qué es lo que se va... Es un misterio. Señores es cultura y hay que tener cuidado porque no vamos a ceder a esa avalancha de películas que ustedes nos proponen. Y dicen, no nosotros no tenemos nada que ver con la excepción cultural; ¡un poco lamentable! Quieren una sociedad que esté delante de un televisor viendo a estos payasos que están hablando sin parar. Quieren reducirlo a eso; primero los payasos no tienen puñetera gracia, después es una monotonía exasperante. Después las historias que podrías desarrollar a cerca de ellos no puedes hacerlo porque montarían un cirio, total que es un mundo muy previsto y muuuuuy aburrido.

-¿Veremos una nueva película suya o está retirado definitivamente?

-Es muy difícil hacer las películas ahora. Te lo explico. Si tienes un poquito de dinero vas a la comunidad autónoma y dices, tengo tanto y esto me falta para hacer una película. ¿Va a pasar aquí?, te preguntan. Sí sí, porque la justificación de la comunidad autónoma es que las películas tengan la geografía del lugar. ¿Va a haber actores de aquí? Entonces se demoran meses para decirte que no. Y la televisión, solamente si has tenido un éxito muy grande puedes tener acceso. A mí ya no me corresponde nada de eso. De mi generación creo que José Luis Borau tenía que haber hecho más películas, Picazo lo mismo, Basilio (Martín Patino) está ahí y no ha hecho las películas que yo creo que tenía que haber hecho. Porque después hay una cosa clara; del cine americano viene lo que es descollante, lo que es singular, lo promocionan, a veces es una castaña horrible, piratas y piratas y más piratas. Pero después en los multicanales ves unas películas normales y es terrible, cualquier película española vale cincuenta millones de veces más que esa basura. Y dices cómo es posible, con unos actores horrendos, cuando aquí hay un montón de actores estupendos, guionistas que han salido de las escuelas, ¡cómo se come eso! No se entiende. Les interesa lo que pasa en el estado de Indiana. Bueno, estoy hablando demasiado.

Santander, 1935

No llegó a terminar la carrera de abogado, por fortuna. Con 29 películas a sus espaldas -La colmena (1982), Los santos inocentes (1984) o la lorquiana casa de Bernarda Alba (1987) a modo de ejemplo- o series televisivas tan populares como Fortunata y Jacinta, es uno de los creadores más prolíficos del cine español. Una larga de lista de premios adorna una trayectoria marcada por la autenticidad y el realismo. «Odio el glamour» ha dicho en alguna ocasión. A Mario Camus lo que le ha interesado es contar historias. Premios en Cannes, Oso de Oro en Berlín, Premio Nacional de Cinematografía en 1985 o el Goya de Honor en 2011 avalan su labor creadora.