Los vecinos de Aciberos acusaron ayer a Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) de «incumplir» el acuerdo pactado ante la Subdelegada del Gobierno para delimitar con exactitud a las fincas afectadas por la expropiación del AVE, la naturaleza del terreno, el número de árboles y paredes, y concretar finalmente el comienzo de las obras.

La Junta Vecinal de Aciberos pedirá hoy en el Juzgado de Instrucción de Puebla una medida cautelarísima de paralización de las obras hasta que, finca por finca, se delimite la zona a expropiar. Durante dos horas, desde las cuatro y media de la tarde hasta las seis y media de la tarde, las obras estuvieron en un impasse de espera mientras la notaria de Puebla de Sanabria, un perito y el abogado de la Junta Vecinal evaluaban los «daños» en las fincas no expropiadas, según la posición de los vecinos.

A las seis y media de la mañana las máquinas de la empresa Ferrovial, contratada para las obras, entraron en el valle de Aciberos para comenzar, con un año de retraso, la apertura de la brecha para el trazado del AVE. Es un terreno, de momento, verde y casi virgen. Con el pueblo tomado por numerosos efectivos de la Guardia Civil, a esas tempranas horas la resistencia fue inexistente y nula. Los pocos vecinos que viven en el pueblo dormían a esas horas plácidamente, otros estaban en Zamora de médicos o por gestiones. Nadie barruntaba el propósito de irrumpir en las fincas donde persiste el conflicto con Adif. Lejos de solucionarse, los vecinos encargaron ayer la presencia de un perito, un abogado y la notaria para que certificara las tierras ocupadas y levantadas, el número de árboles derribados por la pala y las pareces derruidas. Los vecinos afectados, entre ellos el presidente de la Junta Vecinal, insistía en que «el problema lo tenemos con Adif, no con la empresa». Consideran que las tierras siguen sin estar bien identificadas, con ocupaciones mayores de la superficie expropiada y sin inventariar todo lo dañado. El letrado solicitará hoy la medida cautelarísima de paralizar las obras en el Juzgado de Instrucción de Puebla de Sanabria.

Las bendiciones del Estudio de Impacto Ambiental dieron ayer rienda suelta a la máquina CAT 330 D, a la que ningún árbol opuso resistencia. Como en un juego de ajedrez, los robles, los chopos, los álamos y hasta los pinos fueron cayendo de uno en uno, a pares o por decenas, a medida que los operarios sondeaban un terreno irregular y peligroso. Los vecinos bajaban a cuentagotas a ver el desaguisado en prados -la mayoría-, fincas y repoblaciones. Con la inesperada entrada, todos se hacían cruces y alguna vecina llegó a prohibir el acceso a las fincas que no estaban expropiadas. Sobre las doce de la mañana, el presidente de la Junta Vecinal, Guillermo Tejera, se reunía por enésima vez con representantes de Adif para dejar las cosas peor que estaban porque al descontento se llegaba a los hechos consumados de no haber revisado finca por finca, como piden desde hace dos años, y corregir todos los errores catastrales, que es, según dicen, donde está el meollo del problema.

A las cuatro y media de la tarde la máquina había devorado cientos de pinos del pinar de Guillermo. En este punto se concentraron una docena de vecinos, en su mayoría jubilados, a la espera de la llegada de la autoridad para levantar fe de lo hecho, y mantuvieron el impedimento de autorizar las obras mientras no se levantara acta notarial y la llegada de los agentes de la Guardia Civil, de Lubián. Y así se cumplió, revisada la brecha, regresaron al pueblo mostrando parcela a parcela y los árboles a los que le quedan horas de vida, y que no verán la cosecha del próximo. La secretaria de la Junta Vecinal recalcaba que si Adif no ha entrado antes a las obras es porque no tenía permiso de la Consejería de Medio Ambiente para acceder por el camino a la escombrera, ni el permiso de Confederación. Por su parte, los técnicos de la empresa Ferrovial poco o nada pudieron hacer salvo escuchar las quejas de los vecinos, y aguantar el chaparrón. Técnicos de Adif, con capacidad resolutiva, no apareció ninguno. Desde la Junta Vecinal se insistía en que «esto se soluciona en dos días, con un perito de Adif y un perito de la Junta vecinal, y finca por finca». Para colmo de males, una de las últimas notificaciones que recibió el colectivo, respecto al proceso de expropiación, remitía al Jurado de Expropiación de Orense. «En Adif no se leen ni un papel», se quejaban los responsables de la Junta Vecinal, que también apuntaban la responsabilidad de la Subdelegación en permitir entrar a fincas no expropiadas. Al parecer, había un informe previo de la Abogacía del Estado dando luz verde a la entrada de las máquinas. Afirman que no se han resuelto temas que darán aún más problemas como los pasos de agua y de ganado, pasos y entradas anuladas a las fincas, el acceso a las obras por una carretera de la Junta Vecinal no expropiada o solo en parte, y la recogida de la leña de todas las fincas levantadas. Como recordaba Tejera, «hay mucha gente que no puede pagar el gasoil para calentar la casa, y los árboles de ayer daban para calentar no solo a un pueblo de Aciberos sino a docena y media».

En el tira y afloja por la expropiación, lo que es inapelable es el valor sentimental de los terrenos que ayer quedaron irreconocibles con la primera pasada de máquina. «Estas tierras me las dejó mi padre y no voy a dejar que nadie me las quite por la cara», espetaba Daniel, uno de los vecinos más combativos a la hora de exigir que se hiciera el reconocimiento de tierras. Ayer, la docena larga de vecinos lo pasó mal, no tanto por la situación, sino por ver caer los árboles de la familia en plena brotación y floración. «Si esto lo hacemos cualquiera de nosotros tenemos una denuncia» expresaban indignados.