Manuel González Hernández, jubilado, reparte su tiempo entre el buceo en las fuentes documentales -hasta 16 archivos históricos, ayuntamientos y registros civiles- y la recuperación del edificio histórico del siglo XI en el que vive (Molino y Abadía de Trambasaguas). La investigación sobre Martín Mariscal ha rozado la obsesión y también ha dado sus frutos con un detallado recorrido a lo largo de su vida, desde sus orígenes aragoneses pasando por la actividad política, que transitó del republicanismo a la Falange, hasta el fin de sus días, solo y enfermo.

-¿Qué le mueve a indagar en ciertos episodios de la historia y en particular la Guerra Civil?

-Saber la verdad de capítulos de la historia que nos han llegado manipulados. La Guerra Civil me inquieta porque quiero conocer lo que verdaderamente hicieron los dos bandos durante el conflicto; no era normal que solo saliera a la luz lo que hicieron unos pero se ocultaba lo que hicieron otros.

-¿Y...?

-Pues ha habido momentos en los que he necesitado parar porque por las noches tenía pesadillas; a veces se te revolvían las tripas de lo violentos y sanguinarios que fueron ciertos episodios. He consultado archivos de catedrales y obispados cuando no era fácil, gracias a Antonio Meléndez, comisario de Las Edades del Hombre, que fue compañero mío en la Cope. Cuando se abrieron los archivos definitivamente para consultar empezó la investigación sobre Mariscal, la Guerra Civil y la historia de El Piñero desde la Edad de Bronce. Es mi hobby.

-¿Por qué se centró en la figura de Martín Mariscal?

-Me encontré con varias noticias en LA OPINIÓN-EL CORREO y yo quería profundizar más en ese personaje, Gregorio-Martín Mariscal Hernando. Ha sido una investigación difícil, que lleva mucho tiempo. No se sabía ni dónde nació ni dónde terminó. Estuvo en Zamora desde enero del 35 hasta noviembre del 36, y desapareció de aquí porque las autoridades lo largaron por los excesos que cometía. En aquella época Toledo ya estaba en el lado nacional, sin embargo Madrid no. Era casi lógico que él estuviera en el cerco de Madrid (zona de Guadarrama) o en Toledo. Y para ejercer la profesión de funcionario de Correos necesitaba estar cerca de una capital de provincia o un pueblo importante que estuviera en poder del bando nacional.

-¿Cómo recaló en Zamora?

-Llega destinado como administrador de Correos. Viendo toda la documentación que ha ido apareciendo estoy de acuerdo en cierto modo con una opinión de Miguel Ángel Mateos, que era un psicópata, que le daba igual matar a unos y a otros. Este hombre vino de Ricla y de Ateca, dejó el cargo de presidente del Partido Republicano Radical y sus excesos en la zona hicieron que cogiera miedo.

-¿Pero por qué pidió Zamora como destino?

-Posiblemente buscaba una ciudad tranquila y apartada de Zaragoza, menos poblada. Él residía en pueblos importantes de Zaragoza, Ateca, Ricla o Calatayud. Allí la gente conocía su actividad política y profesional. En los años 1933, 34 y 35 es muy significativa la corrupción del Partido Republicano Radical (PRR) a nivel nacional, que presidía Alejandro Lerroux, y pierde muchos votantes. Martín Mariscal se queda desprotegido al darse de baja bastantes afiliados y, como se había significado mucho con el partido, se ve que siente miedo. Y pensaría «me largo porque no es un lugar seguro».

-Pero llegó a Zamora posicionado en la ideología contraria, ¿cómo es posible?

-Sorprende mucho que de allí salga siendo presidente del PRR y aparece en Zamora pocos meses después uniformado de Falange y con la graduación de sargento de milicias. ¿Cómo se produjo esa metamorfosis política? En los últimos meses de 1935 preside el PRR y los primeros meses de la Guerra aparece en Zamora dando discursos con contenido violento. Y lleva a efecto el contenido de los mismos.

-Pero ese cambio de ideología no es normal ¿no?

-Pienso que si llega a una Zamora en zona republicana en lugar de nacional, Martín Mariscal en lugar de liquidar a gente de izquierdas hubiera liquidado falangistas, eso seguro. Digamos que no le movía la ideología sino su carácter sanguinario. Era un psicópata.

-¿De los más violentos?

-Sin duda. Martín Mariscal fue de los más sanguinarios de la represión en Zamora, durante el tiempo que estuvo aquí. Hay centenares de muertos a sus espaldas, entre ellos Amparo Barayón, sus dos hermanos, toda la cúpula del Partido Socialista, gente acusada de izquierdas sin serlo.

-¿Se movió por la provincia?

-Se movió por muchos pueblos, entre ellos El Piñero, pero no tengo datos muy concretos porque muchos asesinatos se hicieron a espaldas de las autoridades. Raimundo Hernández Comes, que habitualmente firmaba los traslados de los presos de unas cárceles a otras, no se enteraba ni él ni la cúpula que gobernaba, de cosas que Martín Mariscal hacía por la provincia. Los primeros meses de la guerra fueron de intensa actividad para Mariscal.

-Menos mal que estuvo pocos meses...

-Las autoridades lo sacan de Zamora precisamente por sus excesos, su crueldad y sus abusos. Y por llevar a cabo fusilamientos sin autorización de los altos cargos. Claro, tener un elemento cometiendo esas atrocidades... comprometía demasiado.

-Y marchó a Toledo...

- Aparece en Toledo a finales de 1936, también como funcionario de Correos. En ese año todavía Madrid estaba en poder del gobierno republicano, así que allí se mantuvo.

-Hasta el fin de sus días...

-El certificado de defunción desmiente ese final novelesco que se le atribuía.

-¿Pudo ser uno de los grandes represores durante la Guerra Civil en Zamora?

-Sin lugar a dudas. Se marchó a últimos del 36 pero de haber continuado si las autoridades hubieran hecho la vista gorda, las muertes hubieran sido muchas más.