Cuentan que Mari y Luis se conocieron en la provincia de Salamanca, donde él trabajaba en una obra y coincidió con el padre de ella. «Era una chiquilla cuando se hicieron novios» recordaba ayer un familiar de la mujer, nacida en Vegalatrave. Doce años diferenciaban a una pareja, «de lo más normal», según coinciden los comentarios vecinales.

Luis José, andaluz de origen, trabajó bastantes años como encargado de obra; «estuvo en muchos sitios y hará unos veinte años que se jubiló, se hicieron la casa y se vinieron los tres para acá».

Hasta el momento de los hechos, el matrimonio vivía con su único hijo, José Luis, quien desde que sufrió un accidente trabajando en una obra en Zamora, que le produjo daños en una rodilla, no se había vuelto a incorporar a la actividad laboral. «No tenían problemas económicos», precisaba una señora. El chico cultivaba amistades en el pueblo y eran conocida su afición futbolística. «Era educadísimo, siempre amable».

El padre se entretenía con el huerto que tenía al lado del chalé, además criaba unas cabras y era aficionado a la caza; de hecho formaba parte de la directiva del coto «El Águila»; «era el que repartía las tarjetas» precisaba un vecino de Vegalatrave.

Ella, Mari, también era una mujer integrada en el pueblo. «Iban a misa iban todos los domingos», comenta otra señora en la calle. «Tenía mucha fe la pobre» intercede otra. Era mayordoma de la Virgen del Rosario y cuentan que resultó extraño no verla en las celebraciones de Semana Santa. «Se conoce que ya estaba algo fastidiada». Porque después estuvo ingresada unos días en el Hospital y el marido no ocultaba su tristeza cuando en el pueblo le preguntaban por ella. «Los nervios son muy malos», apuntaba una mujer en un intento de buscar una explicación a tan inesperado suceso.

En las inmediaciones de la vivienda, los familiares y amigos más cercanos arropaban y consolaban al padre de Mª Asunción, un octogenario que acababa de ingresar en la Residencia de Ancianos de Carbajales de Alba.

Hasta hace unos quince días había vivido en Vegalatrave; «el tenía la casa a la entrada del pueblo y algunas veces venía por aquí a comer o iba ella a dar una vuelta» apuntaba una señora. Ayer retornó de forma inesperada a su pueblo, perplejo e incrédulo como todo el vecindario por el trágico suceso que terminó de un plumazo con la vida de una familia. «Se están cerrando muchas casas, pero de esta forma....» lamentaba una vecina.

Los cuerpos de Luis José, Mª Asunción y José Luis está previsto que reciban sepultura esta tarde, a las 19.00 horas, en Vegalatrave.

«Cada poco va quedando una casa cerrada, se van muriendo los mayores pero que se haya ido así una familia... Es que no te lo crees». Los corrillos entre el vecindario de Vegalatrave se sucedían a lo largo de la mañana mientras el ir y venir de coches era continuo. La Guardia Civil, la ambulancia del 112, la comisión judicial, los periodistas... Alguna vecina se llegó a enterar «por uno de la radio» de lo ocurrido. Después la noticia corrió como la pólvora, pero no solo en el pueblo. Llegaban llamadas de teléfono desde toda la geografía. Hijos de Vegalatrave repartidos por España que llamaban a sus familiares para comprobar si era verdad lo que salía por internet. Nadie daba crédito a lo ocurrido en este pequeño pueblo bañado por las aguas del río Aliste. En la memoria de todos queda ya la estela de Luis y Mari, una paraje «bien avenida», «siempre bien preparados». Desde ayer, la última casa del pueblo en dirección a Domez se ha quedado vacía.