Su mirada refleja tiempos duros, de mucho trabajo y de sacrificios propios de una época ya pasada, pero también la nobleza y la inocencia de un niño. Francisco Nieto Carretero, vecino de Valcabado, acaba de cumplir cien años el pasado sábado y el domingo recibió un merecido homenaje en su localidad natal acompañado por miembros de las siguientes tres generaciones de su extensa familia, compuesta por sus tres hijos, seis nietos y otros seis biznietos. El Ayuntamiento le ha hecho entrega de una placa conmemorativa y la parroquia celebró una misa en su honor además de enmarcar su historial religioso, en el que consta su nacimiento el 2 de marzo de 1912 y su matrimonio en 1937 con Petra Rodríguez. De ella, que murió hace 22 años, destaca su tesón y su gran capacidad de trabajo. Según asegura, «si yo decía mato ella decía yo degüello».

Su larga vida no le impide conservar la misma vitalidad y fortaleza con la que se dedicó la mayor parte de su vida a la labranza y cultivo de sus tierras, «un trabajo muy esclavo, más aún cuando todavía no existían los tractores y lo hacíamos todo a mano», según rememora. Entre sus grandes logros se encuentra segar once hectáreas en el verano de 1943, «a mano y sólo con la ayuda de la hoz», según recuerda con una asombrosa memoria. Su duro trabajo en el campo comenzó desde la infancia y se prolongó hasta los 60 años. Sus tres hijos, de los que dos siguen residiendo en Valcabado, no han seguido sus pasos en el sector agrícola, pero cuando eran pequeños también aportaron su granito de arena.

A su juicio, la llegada de la maquinaria tuvo efectos positivos, como una mayor comodidad y una menor carga de trabajo, pero también negativos «porque las máquinas quitaron muchos obreros». De hecho, Francisco Nieto Carretero también achaca la falta de trabajo originada por la actual crisis a los avances, «que permiten hacer una obra con tan sólo seis trabajadores». Según rememora, «antes cada ladrillo pasaba al menos por tres o cuatro obreros». Los cimientos de las viviendas, según explica, «se hacían a pico y pala mientras que ahora las excavadoras las hacen en apenas unos días». El mayor esfuerzo físico que requerían antes las obras llevaba a los vecinos del pueblo a colaborar en la construcción de carreteras. «Cuando se hizo la de Valcabado yo tenía 15 años y todos los vecinos cogían cantos para hacer el firme y se forraban las piernas con trapos para protegerse cuando saltaban las piedras».

Ahora disfruta del merecido descanso que le brinda una feliz vejez sin renunciar a sus largos paseos que todavía le llevan, cuando el tiempo se lo permite, a recorrer los casi cuatro kilómetros de distancia que separan su localidad natal de la capital zamorana. «Me siento como un toro y mis piernas son como dos caballos, así que mientras me aguanten seguiré caminando», afirma con contundencia. Una salud de hierro envidiable que le permite prescindir de ningún tipo de medicación e incluso de las vacunas preventivas. «No tomo ni un solo medicamento y no voy al médico desde hace cuatro años», sostiene. De hecho, según bromea, «cuando vino el médico nuevo fui a verle, pero solo para que me conociera».

Entre las claves para llegar a su edad con tan buena salud, Nieto Carretero asegura que «el secreto está en dominar el cuerpo». Algo que, en su caso, se traduce en no beber ni fumar y no excederse en las comidas. «Hace 14 años que no bebo vino y tampoco tomo cosas ácidas ni dulces porque me van mal», según detalla. Por eso espera mantenerse activo y con buen ánimo para «disfrutar de la vida unos cuantos años más».