A hora incierta, aunque tempranera, comenzará la Filandorra de Ferreras de Arriba la procesión desenfadada por las calles y casas de la localidad carballesa. A primera hora de la mañana, sobre las nueve según el precedente de años anteriores, los mozos se vestirán y se dirigirán hacia la casa del alcalde, para abrir la primera de puerta del aguinaldo. Al desfile se sumarán además de la Filandorra, su pareja natural, el Diablo, junto con la Madama y el Galán. De forma ruidosa, sonora y hasta dolorosa recaudarán en las casas donativos para las fiestas de San Blas y San Blasico.

La Filandorra será reconocible por propios y extraños por su atavío de farrapos de tiras de colores llamativos y tez tiznada de negro. El Diablo irá oculto por una máscara, la carocha, adornada por cuernos de cabra, personaje por tanto difícil de confundir. Según marca la tradición el mozo al que se le asigna este papel no podrá desvelar en ningún momento su identidad levantando la máscara. Esta pareja de «Feos» tendrán mucho trabajo porque de ellos se espera hacer correr y hacer volar a los jóvenes que aparezcan por las calles. La pareja que simboliza el «mal» tampoco tendrán reparo en asaltar casas e incluso camas en busca de alguna víctima.