La falta de relevo generacional, la mala prensa de una actividad ancestral que anualmente genera en la región unos 800 millones de euros y la crisis económica son los principales factores que han provocado que la región haya perdido en la última década más de 21.000 cazadores. Así, de las 142.770 licencias que tramitó la Junta en 2002 se ha pasado a las 121.751 del pasado año, lo que supone un reducción del 14,7 por ciento.

Zamora, con un descenso del 25,9 por ciento (1.252 menos), fue la provincia que menos licencias perdió, seguida de Palencia con una caída del 33,2 por ciento (1.463) y de Ávila, con un 39,9 por ciento (1.807). Soria vio cómo el número de cazadores se redujo un 42,4 por ciento (1.640); Salamanca, un 41,5 por ciento (2.970) y León, un 40,3 por ciento (4.164).

En todas las provincias los datos han caído. Destaca Burgos, donde se perdieron un 66,4 por ciento, lo que supone 8.379 licencias menos. Después, porcentualmente, aparece Segovia con una caída del 51,6 por ciento, 1.647 cazadores menos, por delante de Valladolid con un retroceso del 43,6 por ciento (2.049 licencias menos).

Por modalidades, la caza con galgos fue la más afectada, al perder un 39,8 por ciento de sus practicantes (3.774 licencias menos), mientras que el retroceso en la caza convencional con armas fue del 12,7 por ciento (16.798). «Como paradoja a la falta de relevo generacional de los cazadores, nos encontramos con generaciones de urbanitas en las que, debido a las nuevas tecnologías, ha cambiado radicalmente su forma de ocio. Si los que ahora tenemos entre 50 y 60 años encontramos en el campo muchas formas de diversión, no sólo la caza o la pesca, ahora, existen numerosos jóvenes de entre 15 y 35 años muy concienciados con la defensa del medio ambiente, pero que, a la vez, son unos grandes desconocedores de la naturaleza que tienen al lado de sus ciudades», aseveró Santiago Iturmendi, presidente de la Federación de Caza de Castilla y León. Argumentó que de continuar el descenso de licencias de caza se puede generar un serio problema, dado que la actividad cinegética es vital para determinadas actividades como la agricultura.