«Dejan pasos para la fauna y no dejan pasos para las personas», así de contundente trasladó su protesta el vecindario de Valparaíso, en el municipio de Mombuey, a consecuencia de las obras de la trinchera del trazado de Alta Velocidad y la construcción de un acceso específico para los animales en el propio término de Valparaíso.

La anulación de las comunicaciones tradicionales siguiendo los caminos entre los pueblos que a su vez daban acceso a fincas, pagos comunales y pueblos, ha sentado como un jarro de agua fría a la comunidad que observa atónita unas obras que terminan de desmembrar el territorio. La cosa no ha quedado en un mero comentario local o de bar, sino que uno de sus vecinos, Valentín Blanco, se ha dirigido a ingenieros y Ministerio de Fomento para hacer ver la tropelía a los humanos, relegados a un último lugar y superados por los animales. «Hasta ahora hemos estado callados pero a partir de ahora vamos a protestar».

La única alternativa de paso que se ofrece a los residentes locales «es usar el paso de la autovía como un paso además para personas. Y no estamos dispuestos a eso». Argumentan que los pasos previstos están situados en los extremos de su término, a tres kilómetros en la raya con el término de Rionegro del Puente y prácticamente otros tres kilómetros en el límite con el término local de Mombuey. Queda totalmente barrido por la barrera infranqueable del AVE «el camino de Otero de Centenos, que era vital para este pueblo porque era el que más se usaba» en el trasiego entre fincas y propiedades.

En los despachos ya le han dejado claro que no hay nada que hacer en modificaciones del proyecto, en este aspecto, pese a que no solo los vecinos de Valparaíso sino los dos alcaldes de las dos últimas corporaciones de Mombuey -antes y después de la crisis- han instado al Ministerio a dejar más pasos en esta zona del municipio. Al final «tendremos que compartir el paso con los animales y si nos dejan» se lamentan en el pueblo.

La cesión y la expropiación de suelo del término de Valparaíso para las obras públicas han arrancado una buena parte del suelo para la autovía A-52, los tendidos de Red Eléctrica, el pantano y ahora el AVE y la nueva red de transporte eléctrico. Buena parte de las fincas no se trabajan pero hay otros aprovechamientos como la caza «en el caso de que un cazador quisiera ir de caza no podría porque tiene que guardar una distancia a la carretera, a los caminos, a la autovía y al Ave, además de no poder entrar ya para la parte de arriba de la carretera Nacional que eso es de Santa Eulalia».

El cazador solo podría dedicarse a la faena entre los tendidos y el embalse, y en medio está el pueblo. Las expropiaciones incluidas las de la nueva línea de transporte de Red Eléctrica, por muy bien que se paguen -que no es el caso - no compensan la pérdida de terreno, sostiene este vecino que no se aviene a firmar ni un solo documento de expropiación sobre sus muchas o pocas posesiones. Valparaíso resiste no a la modernidad sino a ver cómo cada obra pública se lleva un trozo de su pueblo para dar satisfacción al interés público y en perjuicio del público que todavía vive en esta zona.

La parte económica también escuece, porque no están dispuestos a que todos los ingresos que genera este término no se inviertan directamente en Valparaíso, como critica Valentín Blanco, decidido a emprender otra batalla, arropado por buena parte de su vecindario, incluidos los que solo pasan por la villa del embalse para disfrutar del verano.

De momento los que disfrutan de la trinchera del AVE son las manadas de ciervas que dejan sus huellas por toda la zona de tierra.