Corría el año 1952 cuando un total de 40 niños y niñas venían al mundo en Pajares de la Lampreana, hoy día sería una utopía, pero nuestros ancestros lo consiguieron. Eran otros tiempos, difíciles, como ahora: el fin de la cartilla de racionamiento, del fallecimiento de Evita, del estreno de «Bienvenido Mr. Marshall», y del despegue del desarrollismo; y aunque en Pajares no había televisión, habían otras cosas.

Lo redondo de la efeméride del sexagésimo aniversario, animó a un nutrido grupo de quintos nacidos en 1952 a celebrar los sesenta «tacos» organizando una fiesta, porque como reza el dicho popular: «no todos los días se cumplen sesenta años».

La «sesentada» comenzó en la tarde del pasado sábado, 18 de agosto, en los aledaños de la ermita de la Virgen del Templo, a la sazón Patrona de la Villa y Madre de los quintos sesentones allí congregados. No estaban todos, pero casi, porque los casi treinta, procedentes de la vasta geografía nacional, desde Galicia y Asturias hasta la Comunidad Valenciana y Madrid, o desde Cataluña y Castilla y León hasta el País Vasco se reencontraron con las raíces, esas que marcan y dejan huella indeleble.

El programa festivo se iniciaba con una eucaristía ofrecida a la patrona de Pajares, Nuestra Señora del Templo oficiada por el párroco, don Santiago Alonso Ferreras. Al finalizar, uno de los protagonistas «sesentones» realizó un repaso de las vivencias y correrías de aquellos tiempos, con referencias a los juegos populares, de la hinca o el aro, de la comba y las tabas, de escuelas y maestros, de rivalidades sanas entre Cárcavas contra Central, o de Pajares contras los pueblo de alrededor; de guateques juveniles, semiclandestinos; de melonares y merendolas, de limonadas, verbenas y Ferias,? Historia reciente, escrita por los de Pajares, y no muy diferente del resto de los pueblos de los alrededores. Así mismo, el «quinto», que hizo de portavoz, dejó muy claro la intención de volver a reunirse con el mismo motivo para celebrar los 65 años en 2017.

A continuación, y tras cantar la Salve y el himno de la Virgen del Templo, los quintos de 1952 realizaron sendas ofrendas florales. Una, a la Madre del Templo; la otra, en el adyacente Campo Santo, en la sepultura donde descansa en paz el quinto Luis Ángel Gil López, que recientemente nos dejaba. Seguidamente, y en el pórtico y jardines de la ermita, se invitó a todos los asistentes, familiares y amigos de los quintos a un refresco, con dulces típicos y limonada, donde se siguió con el repaso a las experiencias de los protagonistas de la historia de los últimos sesenta años.

El Centro de Turismo Rural, Castillo de Pajares, fue el escenario de la cena-aniversario. Las excelentes instalaciones fueron visitadas por todos, incluida la excepcional vista ofrecida desde el torreón central, del mosaico de ocres que ofrece en estas fechas los rastrojos que alfombran la comarca de la Lampreana.

La copiosa y excelente cena, firmada por el cocinero Germán Gago y servida por camareras locales, fue del gusto de todos los comensales, que erigiéndose en protagonistas de su propia historia, o de la historia de la villa, continuaron recordando anécdotas de la escuela, de la juventud, de la quintada, y más tarde, y también más reciente, del diferente devenir de las familias.

Los de Pajares, prontos al chascarrillo, a los dimes y diretes, mientras degustaban las exquisitas viandas, amigos del buen «comercio» y del buen «bebercio»», concluyeron la jornada festiva con música y bailes a tutiplén, con alegría y algarabía, hasta la madrugada y quedaron emplazados para reunirse en la celebración de los 65 años, y se comprometieron a no faltar ninguno. Que así sea.