La asociación cultural La Mayuela de Bermillo ha organizado, con motivo del bicentenario de la Constitución de 1812, una conferencia impartida ayer con el objetivo de «transmitir a la ciudadanía el significado de la aprobación del texto de Cádiz y el momento histórico de cambio de modelo social y político», en palabras de la propia conferenciante, Mª Ángeles Figueruelo, catedrática de derecho constitucional en la Universidad de Salamanca.

Figueruelo considera que la Constitución de Cádiz fracasó, no por su contenido, sino «porque no se supo aplicar, lo que nos demuestra que no fallan las normas, sino los hombres». La catedrática cree que la Carta Magna de 1812 fracasó pese a ser una de las más avanzadas de la época, poseer cohesión interna, y «pretender ser útil para la modernización del país» porque los políticos de la época no supieron utilizarla cuando estuvo vigente durante el trienio liberal (1820-1823), y por la frontal oposición del rey Fernando VII.

Figueruelo explicó, sin embargo, que debido al contexto histórico la Carta Magna de Cádiz es «hija de la ideología liberal, escrita de espaldas al pueblo, que era analfabeto, por gente de pluma y altar». Como ejemplo de ello destacó que entre los 305 constituyentes llamados a congregarse en Cádiz había 90 clérigos.

La catedrática afirmó que ello «debería servir a los españoles de lección en el momento de desafección política que vivimos, en el que ni un sólo líder político llega al aprobado en las encuestas del CIS, porque tenemos una Constitución que se aprobó con un gran apoyo del pueblo, pero ese consenso puede romperse si los políticos, una vez más, no respetan el texto consensuado», y añade que «siempre es necesario introducir cambios en las constituciones para que estas sigan funcionando con el paso del tiempo, pero sin romper el consenso entre políticos y ciudadanos».

Figueruelo cree que los que llevan las riendas del país «han traicionado también el consenso constitucional de 1978, politizando el Poder Judicial o construyendo un sistema autonómico que no es el que se pactó en ese momento». El mayor «pecado», según la catedrática de Derecho Constitucional, es la reforma de la Carta Magna pactada hace un año por el Partido Popular y el Partido Socialista, «porque se hizo de espaldas a la ciudadanía, y desde el punto de vista técnico legal es una chapuza llena de irregularidades que hemos señalado muchos expertos en la materia». Sobre dicha reforma añade, además, que se podría haber evitado elaborando una Ley Orgánica, «pero se hizo así porque fue una decisión impuesta, muestra de nuestra pérdida de soberanía». En este sentido considera que «Alemania se resistiría como un gato panzarriba a una reforma constitucional impuesta desde el extranjero».

Frente a ello, la catedrática propone que «los que votaron la Constitución de 1978 deben pelear para que los políticos no rompan el pacto», y aseguró que para ello, en su opinión, la Carta Magna necesita «una reforma consensuada que afecte al sistema autonómico y al Senado, y que vaya acompañada de otra reforma de la Ley Electoral y de las Leyes Orgánicas que regulan los órganos de gobierno del Poder Judicial».