La Bóveda de Toro vivió ayer el acto central de las fiestas de Las Nieves, el encierro campestre, que contó con dos toros bravos de los que dieron resultados muy diferentes a los numerosos aficionados que se congregaban a las afueras del pueblo a partir de las diez de la mañana. La localidad contó con una gran afluencia de público forastero que participó a caballo, a pie, en coche, en cuatrimoto u observando el espectáculo desde las carrozas remolcadas por tractores.

Los toros salieron del corral a las once de la mañana, una hora más tarde de la hora de inicio prevista. La bravura con la que se movían los astados por la llanura en la que tuvo lugar el encierro, y el trote de los numerosos caballos que trataban de dirigir la trayectoria de los toros enseguida llenó el ambiente de polvo, lo que hacía aún más arriesgada la labor de los pocos valientes que se atrevían a acercarse a pie ante el toro, que en varias ocasiones se acercó a pocos metros de distancia de los corredores.

Uno de los astados escapó de la algarabía a los pocos minutos de verse libre, y corrió varios kilómetros huyendo, en dirección a la localidad de Alaejos, de un grupo de jinetes que intentaba alcanzarle y modificar su rumbo. Este toro no dio juego a los aficionados, pues los caballistas no pudieron evitar que el animal entrara en una zona arbolada «de pinos bajos, pero muy densa», según un testigo de la localidad, Fernando García, lo que hacía muy difícil conseguir devolver el astado a la pradera donde comenzó el encierro, ya que « el animal tenía miedo de los caballos y no quería salir del pinar», según García.

El otro toro, sin embargo, permaneció en el paraje y proporcionó diversión a los aficionados que permanecieron en el lugar. Caballistas y hombres a pie pudieron realizar cortes al segundo astado durante más de una hora y media, mientras numerosos aficionados observaban el espectáculo desde tractores, carrozas, coches o persiguiendo también al toro en cuatrimotos, las popularmente conocidas como «quads».

Varios aficionados presentes coinciden en afirmar que este toro fue más colaborativo y proporcionó durante un largo tiempo «carreras y cortes muy bonitos», según varios caballistas que participaron en el encierro.

La afluencia de aficionados y espectadores era este año mayor que en anteriores ediciones, con gran abundancia de forasteros. Además de aficionados de la propia localidad, a La Bóveda acudieron a participar habitantes de los pueblos vecinos, de zonas de Toro y Tierra del vino, un grupo de caballistas llegado desde Benavente y varios caballistas y espectadores de diferentes zonas de la provincia de Valladolid.

Al finalizar el encierro, a la hora del almuerzo, los participantes se juntaban con sus compañeros de peña para compartir un refrigerio a base de viandas y vino de la tierra, «que es lo que en el fondo gusta a todo el mundo, une a la gente del pueblo, y es un motivo más para acudir a los encierros, y para que los Ayuntamientos sigan organizándolos», según el aficionado Fernando García.

Las actividades tauromaquias han sido protagonistas de las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de las Nieves, con encierros de calle y campestres, toros de cajón, concursos de cortes, desenjaules y un «gran prix». La Bóveda dirá hoy adiós a los festejos hasta el próximo año con un encierro nocturno de toros bravos por las calles de la localidad, que tendrá lugar a partir de las once.