La solidaridad entre las personas y, durante generaciones, fue el «alma mater» para preservación y supervivencia de los valores de los pueblos, con especial relevancia en su patrimonio civil. Bajo esa filosofía se celebró la VII Jornada Ambiental de Recuperación de Fuentes Tradicionales, desarrollado en la localidad sayaguesa de Arcillo y promovida por la Asociación para la Defensa del Paisaje El Cigüeñal.

El entorno de la iglesia de Arcillo fue recibiendo la llegada de los socios y simpatizantes, voluntarios todos ellos, para poner su granito de arena en el embellecimiento del bonito y acogedor pueblo mediante la prestación personal. Adrián , Víctor y Borja fueron los más jóvenes cooperantes demostrando que las nuevas generaciones también se preocupan e implican en labores de voluntariado ambiental.

Los hombres y mujeres salieron de la Plaza Mayor para hacer su primera parada en la fuente de La Pozonia, la cual estaba «prácticamente inaccesible por la cantidad de zarzas que la cubrían».

Dado que para limpieza era necesario la utilización de la máquina desbrozadora, y para evitar algún posible accidente mientras se trabajaba en la fuente, la mayor parte de los participantes se dirigieron al cercano puente de lajas de piedra de la ribera, «para limpiarlo de zarzas y broza». Según los participantes «aunque esta actuación no estaba prevista, la proximidad a la fuente y el bonito enclave paisajístico nos animaron a recuperar su entorno».

Por otra parte, otro pequeño grupo se dirigió hasta la fuente de «La Boza», aguas abajo de la ribera y junto al vallado de la dehesa de Viñuela. Aquí se hizo una limpieza del interior y se colocaron las piedras que la protegen, obra que no supuso ninguna dificultad por carecer de vegetación en los alrededores y estar seca en la actualidad, a causa de la sequía que empieza a cebarse con los manantiales repartidos por el término municipal.

Por la tarde, a partir de las dos y media, concluyeron los trabajos en los tres puntos sobre los que se intervino en forma colectiva, reuniéndose a continuación los voluntarios en una vivienda de la localidad, cuyos propietarios les obsequiaron con una magnífica comida. Por la tarde, tras la sobremesa, visitaron la iglesia parroquial y dieron un bonito paseo hasta el puente de «La Albañeza».