Nuevo secretario general nacional de COAG

En la distancia metálica y temblorosa que marca la línea telefónica se le nota satisfecho y reconoce que el nuevo cargo (la Secretaría General de COAG) le va a servir para revitalizarse, para iniciar una nueva etapa en su devenir como sindicalista que se inició hace muchos años..., más de treinta. Con los pies en el suelo, mejor en la tierra de su Perilla natal, es consciente de que vivimos una etapa «transcendental», de cambios en todos los sentidos, también en el agrario, donde queda tanto por hacer que asusta. A él, no, a él los retos le hacen crecerse.

Durante años se negó a aceptar el cargo. Los cantos de sirena le llegaban por tierra y por mar. Y él que no. ¿Y ahora, por qué sí? Por sentido de responsabilidad. Para no defraudar, que el tiempo hace crecer el sentimiento social y el apego -necesario- al grupo. Es que tiene mucho ego, dice el contrario. Que no. Él es así. Se crece y necesita cariño, como todos. Con la diferencia que presta un servicio impagable. Coag tiene suerte con tener a Miguel Blanco como secretario general nacional. No siempre en las cúpulas están los que más ven. En este caso, sí. Y todos lo vamos a ver en un periquete.

- ¿Por qué antes dijo que no al cargo y ahora que sí?

-He dicho que no varias veces. Y ahora he cambiado de idea porque Miguel López dijo que se iba. Se me hubiera vuelto a negar habría quedado mal. Llevo más de 30 años en esto. Tengo un compromiso vital, emocional, muy personal con el sector. No podía negarme, ahora no... He tenido un apoyo unánime; el sindicato es una balsa de aceite, hemos conjuntado una Ejecutiva muy buena...

- Precisamente cuando peor están las cosas. Crisis presente, crisis estructural, crisis social...

-Precisamente por eso. Estoy convencido que esta etapa va a ser muy difícil y no solo porque la política agraria esté cambiando, también porque el sindicalismo lo está haciendo. Nos enfrentamos a recortes brutales en las ayudas, vamos a contar con menos recursos, pero Coag está fuerte, la única organización con representación en los 17 territorios autonómicos...

- ¿Se acabaron las disputas, los personalismos, las secesiones?

-La última asamblea que celebramos fue la de la crisis. La del viernes fue diferente, el ambiente invita a ser optimista. Las cosas están cambiando a mejor. Estamos abiertos a las bases...

- ¿Cuál va a ser a partir de ahora la estrategia de la organización profesional que preside?

-Integradora, claramente integradora. En un mundo globalizado no podemos andar por libre. Hay que buscar alianzas. Lo hemos hecho en los últimos tiempos y lo vamos a hacer mucho más. Tenemos ya acuerdos con los consumidores, para ellos producimos alimentos; nos acabamos de integrar en la Asociación Nacional de Autónomos, queremos estrechar lazos con las asociaciones de desarrollo rural y mediombientales, con las coordinadoras europeas campesinas, en el Copa-Cogeca, también con las organizaciones agrarias, en Castilla y León el acuerdo con UPA es un ejemplo; tenemos que afianzar posiciones de fuerza...

- El campo, está claro, ya no puede vivir sin ayudas.

-No podemos renunciar a ellas. La PAC es necesaria e imprescindible. Pero no debemos centrar el debate en las ayudas sino en los precios...

- (¿)

-Cuando se fije el presupuesto comunitario, tenemos que presionar para que se haga una redistribución justa, que sea más equitativa. Está claro que las ayudas encubren una política de reconversión muy dura, la que más, y está pensada para dos décadas. Lo que se pretende es una desregulación de los mercados, la liberalización, pero eso no nos interesa, no es bueno; es posible poner palos en la rueda de este proceso esgrimiendo criterios de seguridad alimentaria, de seguridad, de calidad medioambiental; no podemos competir con los productores marroquíes porque allí los salarios son menores, no tienen una legislación como aquí, utilizan productos fitosanitarios aquí prohibidos...

- ¿Dónde quedó la política de precios?

-Tenemos que reivindicarla. Hay que centrarse en la política de mercados. Hoy domina la gran distribución. Se nos tienen que dar herramientas para lograr un cierto equilibrio. Dar más fuerza negociadora a las interprofesionales, que entren en ellas los consumidores y la gran distribución, tiene que haber legislación al respecto, evitar la posición de abuso de la gran distribución. Esto jugará en beneficio de los consumidores.

- El campo sigue sin interesar a la sociedad; los jóvenes no quieren quedarse en el sector, sigue estando en la escala más baja...

-Ese concepto está cambiando. Es verdad que faltan atractivos, que para lograr rentabilidad se necesitan inversiones enormes. Hay que valorizar lo que hacemos, la sociedad ha empezado a reconocer nuestro trabajo. Agricultores y ganaderos producen alimentos, eso es muy importante; si los mercados no remuneran nuestros productos resultan imprescindibles las ayudas; pero hay que decirlo: si desapareciera la agricultura en Europa al consumidor le costarían quince, veinte veces más los alimentos. Las multinacionales, el mundo financiero, están entrando en el sector, y si lo hacen es para conseguir rentabilidad. La inversión de los mercados en materias primas ha crecido en 3.500 veces en los últimos años...

-Las ayudas, a veces, no se entienden; van a quien más tienen, a los terratenientes, nobles...

-La sociedad empieza a rebelarse contra eso; dice «sí» a las ayudas, pero bien distribuidas y sin despilfarro...

-Un sector productivo en tiempos de crisis, que crea empleo, ¿eso se valora?

- El campo tiene muchos valores. Crea empleo en tiempos de crisis, eso es muy importante; desmantelar las producciones agropecuarias es suicida. Mantenemos el mundo rural, somos piezas trascendentales en el mantenimiento de una ordenación territorial equilibrada, indispensable para el país. Pero todo eso, es necesario que se entienda, que se valore; poco a poco parece que se está haciendo, ahí tenemos un campo abierto para trabajar.

Perilla (Zamora), 1956

«Agostizo», casi «septembrino» (nació el 31 de agosto), como bien matizaba su bisabuela, para salvarlo de la maldición de los gatos «agostizos» que nunca llegaban a pájaros nuevos. Él sí, él ha demostrado una vitalidad que le ha hecho destacar en el mundo del sindicalismo agrario, y que le hubiera abierto muchas puertas políticas (quien sabe todavía...). Acabó Magisterio, aunque nunca ejerció porque pronto metió la cabeza en Coag desde el mundo de la apicultura, actividad que todavía ejerce en su Perilla natal y que le sigue para estar pegado a la tierra, algo imprescindible en tiempos de muchas nubes. El campo español tiene en Miguel Blanco Suaña un defensor de muchos quilates.