Por el momento, los sembrados no sufren en la comarca de Sayago pero la situación de los manantiales preocupa mucho a los profesionales del campo. «Ahora es cuando debe llover para que se ceben los manantiales y para que corran los arroyos», afirma Benedicto Jorge Pardal, ganadero y agricultor de forrajes nacido hace 62 años en Moral de Sayago, recién llegado a su casa de cortar «leña encina» para que el ganado roya la hoja. «Los animales están bebiendo en charcas que están a medio llenar pero hay fuentes que ya están bastante bajas. En Sayago no es como en Aliste, que le vienen aguas de la sierra. Aquí podemos acusar mucho la sequía más adelante. Luelmo, por ejemplo, tiene unos manantiales extraordinarios pero hay pueblos que lo pueden pasar mal en verano y otoño», advierte. Benedicto, quien recuerda que en Sayago la tierra es «pobre pero agradecida», cuenta que en no aporta minerales ni herbicidas al terreno sino que echa «el abono de las ovejas» y utiliza el arado de vertedera «que entierra las malas hierbas y te favorece para el fruto libre». Al final, con más o con menos agua, la reclamación coincidente del sector en los cuatro puntos cardinales de la provincia es la de que se le preste «más atención» al campo en todos los sentidos. «Cada vez estamos más marginados. Parece que no existimos, cuando el campo y la mar mantienen a la gente. Es de donde todos comemos. Pero seguimos olvidados y machacados», se lamenta Benedicto.