«Juntóse el lobo a la oveja y la comió hasta la pelleja» dice un refrán que los ganaderos conocen tan bien como el que asegura que «lobo hambriento no tiene asiento», y tantos más que forjaron al paso de los siglos las lobadas y la vida pastoril. Y es que el lobo y el hombre han sido dos vidas paralelas desde las calendas de los tiempos, con el intríngulis de convivir enfrentados a muerte casi hasta última hora, cuando se ha impuesto una mayor conciencia de conservación del superdepredador. Para mayor pasión, tan encontradas especies han sobrevivido viéndose siempre las caras porque no pueden vivir desligadas ni, si hay ganados de por medio, distanciadas.

Dos sucesos recientes, pero harto repetidos a lo largo de la historia, ponen a las claras que la colisión entre el hombre y el lobo sigue viva en las frondas del medio rural.

«El ganadero me avisó que el lobo rondaba el ganado. Antes de amanecer tomé posición en la vegetación de entrada al monte y, al despuntar el día, apareció de regreso al amagadero. Al coger el rifle se percató de mi presencia y echó a correr camino adelante. Le atiné y comenzó a aullar y aullar. Quiso dar así su adiós a la familia o avisarla del peligro. Recorrió unos ciento cincuenta metros y murió». Es el reciente y triste final de un padre lobo, que daba mala espina a un ganadero de vacuno, que optó por quitarlo sin más contemplaciones del escenario de la depredación para llevar la actividad ganadera sin perjuicios, sobresaltos ni enjundias administrativas. Es un caso más de quien, harto de los daños, se toma la justicia por su mano de forma expeditiva.

El otro ejemplo sucedió a la luz de la luna del pasado miércoles en Fonfría. El ganadero Manuel Pérez se desayunó con la aparición de un ternero medio comido por los lobos, y la madre seriamente dañada porque los cánidos aprovecharon su situación parturienta para atacarla. «No sé si me la pagarán o no, pero por lo menos que lo sepa la sociedad, porque los lobos nos van a comer reses hasta en la calle. Antes había muchas luces y ahora han quitado una sí y otra no» expresa. Le llamó dolorosamente la atención que los lobos «arrastraran a la vaca para atrás unos veinte o más metros, tirando del ternero cuando aún no había acabado de nacer». El ganadero habla del dolor que tuvo que sufrir una de las reses más valoradas de su cabaña ganadera. «Allí están los excrementos de las alimañas. La vaca la tienen cansada y no puede levantarse. Para morir de momento no está, pero a saber qué pasará» expresa el ganadero más que desazonado por el revés. A la pérdida se añade el aspecto burocrático de estos desaguisados. «Se lo he contado a Caja Rural, con quien suscribí el año pasado el seguro en abril, y resulta que dicen que está caducado desde el uno de enero y lo tenía que haber renovado». Manuel Pérez estima las pérdidas en unos 1.500 euros.

Otra realidad que evidencia el conflicto del hombre con el predador es la manifestación convocada por las organizaciones agrarias para el próximo día 8 de febrero, en Valladolid. Una protesta más a añadir a las decenas registradas por el territorio lupino, pues no pasa año sin ellas. Y es que se cuentan por cientos los ataques al ganado de los cánidos, ya sean lobos o perros asilvestrados.

La Junta de Castilla y León estima que durante el año 2011 se produjeron en la región 611 ataques, sobre 1.900 cabezas de ganado (ovino y bovino), según aseguró días pasados el propio consejero de Fomento y Medio Ambiente, Antonio Silván. Aunque no se han facilitados los datos provinciales, solicitados el martes, recientemente se indicó para Zamora, 180 ataques en el año 2010. Una cifra que la Alianza por la Unidad, formada por Coag y Upa, eleva a 2.148 lo que

Completan el cuadro en torno al admirado o despreciado lobo otras acciones de muy diferente cariz, como son unos forestales recogiendo un burro moribundo en Pinilla de Fermoselle para trasladarlo a los feudos de la Sierra de la Culebra, donde el cánido tiene un caché para el sector de la caza, que lo abate con elevadas garantías de éxito, y donde también tiene un prestigio turístico que hace las delicias de los amantes del mundo animal, por ser el predador un as de la baraja faunística española. Para el periodo 2011-12 Medio Ambiente ha asignado la caza de un cupo de 34 lobos en Zamora, una cuantía que «no pone en peligro el estado favorable de conservación» de la especie.

Hoy día, una constelación de representantes de todas las administraciones, de los sindicatos agrarios, de los colectivos ecologistas y conservacionistas, del campo de la investigación, del sector turístico y de departamentos varios, sin olvidar Europa, tiene puesta sus desvelos sobre el fabuloso y mítico lobo, y discute sobre todos los aspectos de su gestión, sin quedar al margen los medios de comunicación que se hacen eco de esta realidad. Y no faltan las constantes colisiones de unos y otros como pone de relieve la radical oposición de las organizaciones agrarias a la suscripción de un seguro del lobo, la petición de los conservacionistas del relevo del director general del Medio Natural, José Ángel Arranz, por no atenerse a las resoluciones del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que anuló varios artículos del Plan de Gestión del Lobo Ibérico, al considerar que es ilegal su caza al sur del Duero; ni falta la calificación de Asaja a los ecologistas y conservacionistas «de vividores y cobrasubvenciones»; o las críticas de estos a los medios de comunicación por «magnificar» los ataques del lobo, considerando que, en parte, son perros asilvestados los autores; ni las críticas sociales a los cuantiosos e insustanciales estudios sobre el cánido que nunca ven la luz, ni los reproches a la intransparencia de los fondos europeos destinados a quien dicen que es «la lotería» de las monterías.

Entre los últimos resultados de esta brega en pro de aplacar el conflicto, y de armonizar la vida sobre la tierra del hombre y del lobo, está el libro, el vídeo y el calendario sacado a la luz por once grupos de acción local ( a los que se añaden otros cinco de Rumanía, Estonia y Portugal) financiado con fondos europeos, y cuyo importe total asciende a unos 400.000 euros según confirmaron ayer fuentes del proyecto Wold Wild Life. Una guía sobre el popular carnívoro ha dado estos días por inexistente porque los 200 ejemplares editados desaparecieron como por ensalmo en Madrid, en la Feria de Fitur.

También la Junta de Castilla y León adjudicó en noviembre de 2010, «por procedimiento negociado sin publicidad», la elaboración de documental en alta definición sobre el lobo ibérico en Castilla y León, a la «Compañía de inventarios naturales. S.L.», por importe de 70.316 euros. Más de una decena de estudios realizados en la región en los últimos años dan fe de que el lobo sigue levantando pasiones.

Es, pues, el superdepredador «una canción de siempre», por decirlo en expresión del ganadero y representante de Unión de Campesinos de Zamora, José Manuel Soto. Una canción con desajustes como lo demuestran las decenas y decenas de reuniones infructuosas mantenidas en todos los estrados de la administración entre sindicatos, técnicos de servicios y mandatarios políticos, y las decenas y decenas de manifestaciones organizados por calles y plazas de toda capital lobera.

El gestor cinegético y cazador Viñuela afirma que «todo el mundo tiene algo de razón» en sus argumentaciones. Pero repara en la crisis «ha hecho mella y ahora los caprichos han desaparecido y la caza es algo más deportivo». Una situación que, según afirma, también afecta «a la especulación de las subastas». «Ahora ofreces autorizaciones para abatir el lobo y no las quieren ni casi gratis porque hay gastos de desplazamiento, de hotel y optan por retraerse. Hay dinámica de ahorro y lo primero es revisar los gastos no obligatorios» expresa.

El gestor cinegético y biólogo José Ignacio Regueras coincide en señalar que «hay parte razón en todas partes» y se pregunta «¿por qué no se va a utilizar el lobo como recurso turístico, si tenemos cuatro cosas y no las utilizamos?». Pero también expresa que «otra cosas es que haya más lobos que ovejas», y consideró que «no tiene mucho sentido que el ganadero suscriba un seguro por si le atropella las ovejas el lobo, porque quien tiene que hacer el seguro es quien hace el daño, es decir, el coche y no el peatón».

La suscripción del seguro del lobo por los ganaderos, un requisito que supone cobrar o no cobrar los daños, es uno de los puntos claves de batalla entre la Junta y las organizaciones agrarias.

El responsable de Medio Ambiente de Coag, José Manuel Soto afirma que «es lamentable que los políticos pidan un seguro, y como no lo vamos a consentir estaremos en la calle». Para Soto «el negocio del lobo no es de los ganaderos, que tienen ovejas, vacas, y otros animales, es de todos». Pero reconoce que «es verdad que está ahí y hay políticas para mantener el lobo donde ha estado siempre, en zonas marcadas y concretas». El problema de la Junta, añade, «es que se les ha ido de las manos y no saben qué hacer. Cada vez que nos reunimos decimos: control, control y control. Un ganadero no puede tener 5.000 ovejas y dejarlas sueltas, pues la Junta tampoco puede tener tantos animales».

Asaja ha incidido, además, en pedir que las patrullas del lobo «erradiquen de forma inmediata las manadas de lobos que hacen daño a las explotaciones ganaderas», así como en denunciar la situación en la que vive el sector agroganadero.

«Los ganaderos cada vez pintamos menos y es mentira que los políticos salgan en defensa del medio rural porque la mayoría no tienen ni idea de lo que es el día a día en el campo, ni saben de la mala leche que se pone cuando hay una lobada. Hay mucha gente que vive del lobo pero no es razonable que el ganadero le dé de comer. El ganadero tiene que tener compensaciones, tenemos que quedar algún ganadero y habitantes porque sino esto irá muy mal y terminará marchando hasta el lobo» afirma el representante de Coag.

El consejero Antonio Silván insistió, esta misma semana, según informa la agencia Ical, en que el «lobo no es de la Junta de Castilla y León», sino «de todos» y remarcó que su departamento trata de hacer compatible la actividad ganadera y la «supervivencia» de la especie. Reiteró que cuando cualquier persona reclama un «daño» lo tiene que tener «asegurado». Por ello, sentenció que ésta es la «tendencia» que predomina en Castilla y León, España y Europa. «Cualquier actividad y negocio está asegurado», dijo y añadió que en virtud del seguro se atiende el «potencial riesgo» que pueda entrañar esa actividad.

Agentes medioambientales reconocen, respecto a los daños, la existencia de la picaresca, de modo que «la culpa siempre es de lobo, para ver si cuela». Los agentes han vuelto a tomar en sus manos los precintos del lobo para evitar los abusos en su caza, pues con los precintos en manos de los titulares de los cotos y de los cazadores «se inducía a que unos lobos se llevaran a otra cacería, o de unos cotos a otros, o a llevar el precinto medio puesto» para, en el caso de no ser inspeccionados, reservárselo para una nueva pieza. Por su parte, el presidente de la Asociación de Agentes Medioambientales, Lorenzo Ferrero comentó ayer que existe «preocupación grande por la hibridación del lobo con perros».

Los conservacionistas destacan los valores patrimoniales y turístico del lobo para el conjunto de la sociedad.