La autorización para cazar hembras con crías recién alumbradas a su vera es tildado como un «despropósito» recogido en la Orden Anual de Caza aprobada la pasada semana por la Junta de Castilla y León. El hecho de matar hembras con los corcinos aún no destetados o en las primeras fases del desarrollo, y dependientes completamente de la madre para salir adelante, desagrada hasta en el mismo sector de los cazadores, puestos en algunos casos en entredicho por los colectivos ecologistas por matar contranatura.

La Orden anual de Caza, en vigor desde el pasado viernes, establece que tanto machos como hembras de corzo podrán cazarse desde el primer domingo de abril hasta el primer domingo de agosto. Existe la particularidad, para las provincias de Burgos y Soria, de cazar hembras desde el 1 de enero hasta el 15 de febrero. previa modificación, debidamente aprobada, de los planes de ordenación cinegética de los cotos privados de caza que lo soliciten. Es una concesión otorgada a estas provincias debido a los problemas de daños, especialmente en carreteras, que ha llevado a los titulares de los cotos a reclamar un mayor control de la especie.

Fuentes medioambientales ponen entienden que, sobre el particular, Medio Ambiente «ha podido tener en cuenta que existe una gran delegación en la gestión de los cotos y dejan la responsabilidad a los titulares». No obstante, consideran que lo más adecuado sería respetar el ciclo biológico de la especie.

El cazador y gestor cinegético, José Ignacio Regueras está entre los que critican la inclusión de las hembras de corzo en el periodo hábil, comprendido, según recoge la normativa, desde el primer domingo de abril hasta el primer domingo de agosto, para ambos sexos. «Hay cosas que no se entienden, como el matar una hembra con el corcino recién parido. Es como cazar perdices seguidas de perdigones», afirma Regueras, que considera que «la ética de la caza desaparece cuando se puede disparar a una hembra con una cría de solo unos días».

Apunta, además, que «estas formas dan luego pie a los ecologistas para reprochar actitudes de los cazadores porque, con esta legalidad, se permite matar hembras en una época vital, y cuando las crías van a morir inevitablemente».

Hace alusión Regueras «al aprovechamiento sostenible», que tanto está en boca de uno y de otros en estos momentos, para no comprender los motivos de inclusión de las corzas en el periodo hábil de caza en un momento tan crítico de crianza.

«Yo no mato hembras, solo machos», expresaba ayer un cazador, que destacaba la importancia de mantener una buena población de hembras para el mantenimiento de la especie en unos niveles que permitan el disfrute de la escopeta.

En estos momentos buena parte de la caza mayor es vendida a cazadores interesados en el trofeo y no en la carne. Por esta razón, «en muchos cotos no se cazan las hembras porque no tienen cuernos, expresa Regueras.

Una prueba más del interés por el trofeo es el hecho de que, en muchos casos, una vez batido el animal únicamente recogen la cabeza y dejan el resto tirado en el monte para beneficio de carroñeros y predadores.

Este interés por el trofeo tiene su repercusión en los planes cinegéticos que buscan con mayor pasión la autorización de la captura de machos que de hembras, aunque cada vez más se van incluyendo éstas.

Fuentes medioambientales señalan que el corzo no es todavía muy abundante en la provincia, y mencionan a Sanabria-Carballeda como el territorio más corcino por la abundancia de alimento y por las mejores condiciones del territorio montano.

En los trofeos de homologación, así como el lobo y el ciervo zamoranos mantienen alto el medallero de oro y plata, el corzo está todavía a unos niveles inferiores.