Crió bien la «patirroja» en una primavera húmeda, con mucha vegetación y refugios. Lástima que después irrumpiera una verano muy seco, que se ha prolongado hasta ahora. La perdiz está fofa, sin el refuerzo de la otoñada.

Días de ilusión estos que preceden a la apertura de la campaña de caza menor. Días de preparativos, de avituallamiento, de dudas también, de elegir cazadero para tantear el campo, de nervios porque las fechas señaladas siempre ponen a temblar el sentimiento. De polémica, porque la temporada echará a andar en la mayoría de los cotos, a pesar de las recomendaciones de Medio Ambiente y de la Federación de Caza de Castilla y León que en las últimas semanas han pedido, con buen criterio, que se retrasará para evitar los efectos negativos de la sequía en las especies cinegéticas, más endebles que otros años porque no ha habido otoñada y no tienen en sus patas y alas la fuerza de las proteínas que aportan los brotes verdes, los de verdad, no los que manosean los políticos hasta agostarlos.

Días estos también de acariciar a los perros, de mimarlos, de leerles la cartilla de la disciplina, aunque esto no sirva para nada si antes, claro, no ha habido entrenamiento, horas y horas de cariño. De mirar la largura de los galgos y soñar carreras imposibles sobre los barbechos resecos donde brotan terrones como sillares de piedra arenisca.

José Antonio Prada, delegado provincial de Caza lo tiene claro: «No se debería abrir la campaña este domingo, las consecuencias de la sequía están ahí, el terreno está muy árido y las especies débiles porque no se han podido reponer de los calores del verano. No hay hierba, escasea el alimento; las perdices lo van a acusar mucho, pero también el resto de especies cinegéticas...».

Las recomendaciones de la propia administración regional y de las organizaciones sectoriales no han tenido éxito. Muchos son los cotos que han decidido iniciar mañana la temporada, con el argumento de que cada vez se acorta más la campaña y bajo la reflexión de que las sociedades de cazadores establecen muchas restricciones que, de alguna forma, preservan la especies.

También hay otros cotos que han decidido esperar uno, dos o más domingos hasta que la lluvia, que se espera que aparezca ya la próxima semana, dé velocidad y fuerza a las piezas para acabar con los «días de fortuna» para el cazador.

Porque, cada vez más, la actividad cinegética es renuncia, es disfrutar más con la víspera y el día después que con la jornada en la que se sale al campo. Hay que respetar horarios, cupos, aparcamientos de vehículos, toda una serie de restricciones imprescindibles para preservar una riqueza que si no se cuida tiene fecha de caducidad.

Los cazadores tienen la responsabilidad de mantener unas especies que son patrimonio de todos, pero que ellos, como las disfrutan, deben cuidar más que nadie, una paradoja que, a veces, no entiende parte de la sociedad que pone todo el acento en la muerte de los animales, sin entender que a quien más interesa conservar las especies cazables es a los propios cazadores.

José Antonio Prada insiste en que «tal y como está la situación, la perdiz no se debería abrir hasta que no cambien las condiciones; la "patirroja" ha criado bien, pero ahora no está en su mejor momento; está débil, tiene que coger fuerza, si la dejamos en paz unos días, se fortalecerá porque vienen las lluvias».

No existe este problema en el caso del conejo. Hay abundancia. «El conejo se está convirtiendo en la especie cazable que puede salvar la campaña, como ya ha ocurrido en los últimos años. Hay una población estable muy consolidada y las enfermedades apenas han hecho daño, sólo algún foco aislado de mixomatosis, pero es hasta conveniente que la presión sobre este animal sea grande que causa daños en muchos cultivos, lo que provoca enfrentamientos entre cazadores y agricultores», advierte Prada.

¿Y la liebre?: «Hay una densidad aceptable; hemos visto más que otros años en la media veda, lo que es una excelente señal. El problema, no obstante, lo van a tener los galgos. El domingo (por mañana) si antes no llueve, que no parece, el terreno va a estar muy duro, lo que va a dañar las patas de los animales. Las almohadillas van a quedar dañadas después de la primera carrera y las lesiones no se curan en unos días, duran tiempo, los galgueros deberían tener en cuenta esta circunstancia».

Ayer fue día de recuento, de pasar revista a la cartera con la gavilla de documentación que es necesario atesorar para poder salir a cazar, de hacer una visita a las armerías, cada vez más espaciada, porque el gasto de munición es cada vez más pequeño por falta de piezas.

Muchos de los cotos de Zamora (hay más de 600 constituidos) sólo permiten la actividad cinegética los domingos y es difícil encontrar una sociedad de cazadores que no haya marcado restricciones a la práctica de la caza a añadir a las que por ley fija la Junta de Castilla y León.

La actividad cinegética, la filosofía que la sustenta, está cambiando al galope que marcan las circunstancias y la mentalidad de los practicantes. Los «chicheros» -afortunadamente cada vez menos- deben ser expulsados de este colectivo, que tiene que defender el valor de la práctica natural, de la convivencia al aire libre. Urge recuperar el sentimiento familiar que antes marcaba esta actividad. La caza se sigue practicando en grupo, bien cuando se avanza en «mano» en busca de la pieza o, después, cuando se cuentan las aventuras -inventadas o ciertas- a la hora de comer en cuadrilla. Lo que cuenta es el disfrute, el contacto con la tierra y la naturaleza, cada día más insólito, practicar una actividad con el único afán de practicarla, sin rendimientos, sólo con la intención de disfrutar como hicieron los antepasados.

Hay ilusión entre los cazadores porque se han visto más liebres que al inicio de la campaña pasada. Habrá que ver ahora si se cumplen las buenas expectativas. El terreno está muy seco y los galgos van a sufrir mañana, sobre todo sus patas.

Desde hace años se ha convertido en la mejor alternativa. La abundancia de conejo augura diversión y cada vez son más los cazadores especializados en esta caza. Algún brote de mixomatosis diezmó un poco la población, pero hay buenos censos.