Roales ha sufrido su primer ataque de lobos, con un balance de diez ovejas muertas, propiedad de un ganadero del municipio. El suceso ocurrió la madrugada del sábado, donde además, resultaron heridas más de treinta animales.

Al parecer, un habitante de la localidad vecina de La Hiniesta, descubrió a dos lobos atacando a la explotación ovina cercana a su finca. Fue entonces cuando se desplazó rápidamente hasta Roales para avisar a otro de los ganaderos del pueblo.

Los ganaderos del lugar están muy preocupados por el asunto, porque el ataque se produjo a solo dos kilómetros de la localidad. «Tenemos mucho miedo, porque es la primera vez que ocurre aquí. Antes los lobos no salían del monte, pero ahora no sabemos por donde pueden aparecer», relata uno de los vecinos.

El alcalde del pueblo, Miguel Ángel San Martín Pecharromán, asegura que «la situación es muy peligrosa. A parte de las pérdidas que supone para nuestros ganaderos, tenemos que tener en cuenta que el hecho ha sucedido muy cerca de las vías del tren. Tenemos mucho miedo a que estos animales, que están descontrolados, crucen la vía o la carretera, y produzcan un accidente grave».

Los ganaderos de la zona ya están tomando medidas al respecto. «Mañana mismo vamos a contratar un seguro contra lobos, porque si nos ocurre a nosotros estamos completamente desamparados», comenta otro de los vecinos.

También se plantean organizar patrullas de seguimiento para proteger su medio de vida y por miedo a nuevos ataques, ya que en la localidad se comenta que estos lobos tienen crías a las que alimentar. «Es injusto que si encontramos a un animal de estos matando a nuestros animales no podemos abatirlos para defendernos», denuncia uno de los ganaderos.

«Solo pedimos que la Junta, la Diputación o quien corresponda tome cartas en el asunto. El lobo es un animal protegido, pero nadie nos protege a nosotros de él», denuncian los ganaderos.

También están muy preocupados por la tardanza en los pagos de los seguros por culpa de estos ataques: «Se suele tardar mucho en recibir la compensación económica correspondiente por la muerte de las ovejas. Nosotros perdemos mucho dinero con este asunto, no solo por la muerte de los animales, sino por el estrés que le provoca al resto, que deriva en abortos de las ovejas preñadas y en el sacrificio de las heridas.