La empresa Eléctrica de Portugal (EDP) culminará en el mes de noviembre las obras de ampliación de potencia de los saltos hidroeléctricos de Picote y Bemposta, emplazados en el Duero internacional. Los trabajos comenzaron en el año 2007 y el 2008 respectivamente, y el ritmo de las obras se ha ajustado felizmente a los plazos previstos tal y como demuestra sobre plano el ingeniero jefe de Bemposta.

Estos días los buzos trabajan en las profundidades para afianzar «las válvulas de fondo», y también se opera en culminar las conexiones eléctricas del complejo y en la adecuación exterior de espacios verdes para integrar la zona en la armonía del entorno paisajístico.

La inversión asciende a 283 millones de euros (149 millones de euros en la presa de Picote y 134 millones en la presa de Bemposta) y es una obra proyectada y ejecutada con firmes criterios medioambientales por razones del enclave y de la conciencia social.

Y es que la Eléctrica de Portugal optimiza su gestión de la energía hidroeléctrica instalando dos nuevas centrales en pleno Parque Natural Arribes del Duero. Al ir camufladas en las entrañas del subsuelo, se evita el impacto exterior pero, a cambio, el asentamiento ha exigido un fuerte trabajo de excavación de túneles y de grandes cavidades que acogen las mayúsculas turbinas. A consecuencia de los pasillos horadados y del movimiento de tierras se han generado escombreras de grandes dimensiones con los cientos de miles de metros cúbicos de materiales sonsacados del vientre del roquedo.

A ello se suman, en diferentes momentos, otros impactos como las oscilaciones en los volúmenes de agua en ambos embalses, descensos de cota de varias decenas de metros, (hoy en Bemposta unos 22 metros), vertidos de fondo, más ciertas molestias como han sido los cortes del tráfico del paso fronterizo, que han obligado al tráfico rodado a cruzar la frontera por Mirando do Douro.

Es de resaltar la mano de obra multiétnica que ha tomado parte en los trabajos a lo largo de cuatro años. El fermosellano Francisco Robles, dedicado a la navegación turística en la zona, y colabora con EDP poniendo el barco a disposición cuando es necesario, destaca «las convivios» gastronómicas organizadas por la empresa «cuando transcurrían cien días sin registrarse accidentes laborales».

Eléctrica de Portugal ha operado desde el principio consciente de hacerlo en un espacio protegido, ocupado por diversas especies sensibles al trajín humano, algunas en situación vulnerable y sometidas a unos rigurosos planes de conservación como el águila perdicera o la cigüeña negra. El deseo de confraternizar con la sociedad ha marcado su gestión y el hecho de regalar la escombrera ha sido considerado como uno de sus aciertos. Tras un periodo de desinterés, finalmente fueron las constructoras lusas las que decidieron hacerse con todo el material. Tras instalar una machacadora, aprovecharon el escombro para reconvertirlo en arena y rentabilizarlo a las infraestructuras viales.

La Eléctrica de Portugal resalta en sus documentos informativos la importancia capital de las presas hidroeléctricas por muy diversos factores esencialmente de desarrollo socioeconómico. Sus responsables ponen de relieve que se trata «de un recurso energético renovable como es el agua, que los embalses suponen una disminución de las emisiones de CO2 al no utilizar combustibles fósiles, que reducen la dependencia energética exterior, que promocionan el desarrollo regional y la fijación de población y que dinamizan las actividades turísticas».

Destacan asimismo el valor de estas reservas de agua «para el abastecimiento humano y para el uso industrial», y como complejos «reguladores de los regímenes de los ríos». Aluden a otras aportaciones como «el desarrollo de la navegación fluvial» y al hecho de servir como puntos de alimento de los hidroaviones destinados a combatir los incendios forestales. Más luego, indican, «favorecen la expansión del regadío y el desarrollo agrícola», además de garantizar el abastecimiento del sistema eléctrico.

En suma, un conjunto de beneficios que animan a la eléctrica a reforzar la capacidad de los aprovechamientos hidroeléctricos y a construir otros nuevos en diferentes ríos del país. EDP ha apostado por esta vía de crecimiento consciente de que con ello aminora «la dependencia energética» y se integra «en la estrategia internacional contra las alteraciones climáticas».

A sabiendas de que opera con maquinaria y vehículos pesados, con detonaciones y explosivos en un Parque Natural Arribes del Duero, la EDP ha tratado de minimizar los impactos significativos en la avifauna, con especial empeño entre los sensibles meses de marzo a agosto. Para ello estableció un reconocimiento y seguimiento de la nidificación de las aves rupícolas en los escarpados cantiles, según precisa, «sin necesidad de aplicar medidas correctoras». Lo mismo hizo en lo tocante a las calidad de las aguas, cuya estratificación térmica, grado de eutrofia y niveles de oxigenación pudieran verse afectadas por los desembalses y descensos de volumen derivados de la ejecución de las obras, especialmente durante el trabajo de las tomas que exigían mantener los vasos al mínimo. Los análisis confirmaron que, en Picote, la supervivencia de la fauna piscícola «nunca estuvo en peligro».

Idénticos seguimientos fueron llevados a cabo en el entorno de la presa de Bemposta, donde la nueva central subterránea aportará un 80% de la potencia del complejo hidroeléctrico. Durante el periodo más crítico, señalado entre el 1 y 15 de agosto, la EDP mantuvo disponible un tanque de peces (con una capacidad de casi dos toneladas), un camión (de casi 4 toneladas) y un motorista para efectuar la transferencia de peces en caso de ser necesaria. Según recoge el trabajo medioambiental realizado al efecto, «debido a la interrupción de la turbinación hubo confinación de peces en tres puntos, pero no se constató mortandad en este periodo». Sin embargo sí se registraron muertes por el uso de explosivos en el lecho. Para impedir el acceso de los peces a las zonas de operación la empresa instaló una red, a casi dos kilómetros de la presa. Esta red, según EDP, «terminó siendo robada». En conclusión, la empresa considera que todo sucedió conforme a lo previsto en el Estudio de Impacto Ambiental.