Fariza volvió a vestir el manto romero. Esta vez mirando al cielo. La amenaza de tormenta acompañada de viento y truenos, que se recrudeció a poco menos de dos kilómetros de la ermita del Castillo, convirtió a los pendoneros en verdaderos titanes. Había que controlar los gigantescos pendones, espoleados por el aire, y al fin llegaron al imponente paraje del arribanzo acompañando a la Virgen.

Los Viriatos campearon de nuevo sobre las alturas del gran cañón del Duero en una fiesta popular que año a año atrae a cientos de visitantes, desde los más cercanos del Bajo Sayago hasta diversos puntos de la provincia y más allá de sus fronteras. Declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en el año 2010, la romería de los Viriatos y la Virgen del Castillo se consolida como una de las manifestaciones romeras de más importancia y atracción. Este año era llamativa la presencia de pendones llegados de los cuatro puntos cardinales de León que se sumaron a los de Mámoles, Palazuelo, Cozcurrita, Badilla, Argañín, Tudera, Zafara y Fariza como enseña anfitriona de un encuentro, este año singular por la extraordinaria concentración de símbolos.

Nunca se había producido en Fariza el hermanamiento de tantos pendones. El Bajo Sayago y el Reino de León erigiendo sus enseñas, algunas de hasta once metros, que portaban con maestría mozos ayudados por los cordeleros. Cerca de 300 personas llegadas de la provincia leonesa enaltecieron esta fiesta en un gesto de «agradecimiento a la colaboración que Fariza ofreció en el encuentro que celebramos el año pasado en León con motivo del año jacobeo».

Así se expresa Bernardo Gutiérrez, presidente de la Asociación de Pendones del Reino de León. «Estamos muy orgullosos de participar en esta romería tan singular y tan importante», destaca el directivo que encabezó la expedición de 18 pendones llegados de otros tantos pueblos que representan a las comarcas leonesas. En la romería participaron pendones de Cabanillas, Carrizo de la Ribera, Castrillo de las Piedras, Cuadros, El Burgo Ranero, Estébanez de la Calzada, Garrafe de Torío, La Milla del Páramo, Palacios de la Valduerna, Pedrón del Torío, Quintana del Marco, Mansilla Mayor, Tapia de la Ribera, Trobajo del Camino, Villarrabines, Villaboñe de Solarriba, Villaseca de Solarriba y Villaverde de la Abadía.

Todos ellos desfilaron hacia la ermita de la Virgen del Castillo en una multitudinaria procesión que ha sido capaz de aunar cultura, tradición, popularidad, historia y valoración de un patrimonio único que hunde sus raíces en la época prerromana para algunos, aunque otros lo identifican en la edad media.

La fiesta comenzaba a las once de la mañana con el recibimiento de pueblo de Fariza a los pendones sayagueses y leoneses mientras la Escuela de Folclore acompañaba con sus sones los encuentros. Y los gigantes se elevaban sobre la cada vez más bulliciosa localidad poblando los rincones mientras la gente degustaba el escabeche por invitación del Ayuntamiento.

Tras una comida campera y hasta un pequeño descanso cuando no una prolongada sobremesa, los pendones y pendonetas, estandartes, Cristos y cruces parroquiales volvieron a tomar vida. Esta vez todo era distinto. La presencia de los leoneses engrandeció la fiesta. «El año pasado, con motivo del encuentro en León, contactamos con Fariza y, con su alcalde a la cabeza, la colaboración ha sido total. Los pendones zamoranos ayudaron a que consiguiéramos el récord guiness, se volcaron con nosotros y ahora no hacemos más que corresponder a aquella generosidad», expresa el presidente de la Asociación de Pendones del Reino de León, constituida en 2004 con el fin de promover actividades sociales y cultuales vinculadas a la recuperación, conservación y difusión de los pendones leoneses.

Encabezando la romería ondeaban los gigantes foráneos camino de la ermita de la Virgen del Castillo, acompañados por una multitud de romeros que no dejaban de mirar a un cielo a veces con ganas de romper. Al final pudo realizarse todo el trayecto entre los parajes del arribanzo, aunque se dejaron notar las gotas de lluvia y un fuerte viento hacía casi imposible el equilibrio de los majestuosos estandartes.

La música de la Escuela Zamorana de Folclore acompañó el peregrinaje de un pueblo que regresó a Fariza con el cielo ennegrecido por la tormenta. Era el momento de la despedida. Los pendones leoneses se replegaban y los de Sayago recibían la despedida, emplazados hasta el primer domingo de junio de 2012.