Gabriel Arriarán persigue la trayectoria vital de José María Arguedas, el antropólogo y escritor que en el año 1958 se instaló seis meses en Bermillo para estudiar las similitudes de esta comunidad rural con las comunidades indígenas de su Perú natal. Arriarán vuelve a la tierra que investigó su escritor de culto, al que peruanos y sayagueses quieren homenajear con motivo del cien aniversario de su nacimiento.

—Numerosos peruanos recalan en Bermillo siguiendo la huella que dejó José María Arguedas, ¿quién era este personaje?

—Arguedas fue un escritor peruano que nació en un pueblo llamado Andahuaylas el mismo día de la fundación de Lima, el 18 de enero de 1911. Era hijo de un juez de provincias y de una hacendada, pero su madre murió cuando era muy pequeño y quedó al cuidado de la abuela. El padre se casó con otra mujer que obligó a Arguedas a vivir en la cocina. Básicamente ahí es donde aprendió el quechua, su lengua materna, incluso antes que castellano. Arguedas dormía en un batán, en las tablas de madera donde se amasaba la harina al lado de un horno. Tuvo una niñez muy sufrida, con un hermanastro que lo obligó a presenciar violaciones a campesinas y a mujeres de la zona y de él recibió mucho maltrato. Incluso cuenta que la primera vez que pensó en matarse fue cuando su hermano le obligaba a presenciar lo que hacía con esas mujeres y le pegaba con el látigo para mulas.

—¿Hasta qué punto esa experiencia trágica marcó su vida?

—La infancia de Arguedas provocó que viviera una marginalidad el resto de su vida. Nació y creció en lugares muy alejados de la capital de Perú; en Andahuaylas, San Juan de Lucanas, en Puquio… son pueblos. Cuando su padre muere él se va a Lima y lo meten en la cárcel. Participó en una manifestación antifascista y a la vez de apoyo a la República española que se organizó con motivo de la visita de un edecán de Mussolini y fue encarcelado durante un año. Eso también fue muy duro. Ahí conoció a su primera mujer y escribió relatos que conforman sus primeros libros con la recopilación de tradiciones y canciones quechua que cantaba cuando era niño.

—Y llegó a Sayago buscando equivalencias entre el mundo rural de sus orígenes y esta tierra.

—Creo que primero habría que puntualizar que Arguedas decidió estudiar Antropología en una época de su vida en la que se sintió totalmente incapacitado para la literatura, fue cuando le sobrevino una de las primeras crisis depresivas y cuando decide estudiar Antropología en San Marcos. En aquel tiempo en Perú se pensaba que las comunidades indígenas eran descendientes o herederas de los antiguos clanes prehispánicos. Esto es un mito indigenista. Si analizas la historia te das cuenta de que eso no es así; que las actuales comunidades campesinas del Perú tienen un origen tan español como prehispánico. Y sabiendo eso pidió una beca de la Unesco para realizar un trabajo de campo en España y eligió las localidades de Sayago (estuvo en Bermillo, la Muga, Fermoselle, incluso en San Vitero en Aliste).

—¿Por qué esta zona?

—Se asentó allí por la obra de Joaquín Costa, que ya había estado estudiando las propiedades comunales de tierra que había en España.

—Hizo un trabajo puramente de campo, prácticamente revolucionario en ese momento, tratando y «bebiendo» de la experiencia de personas de toda condición.

—Yo creo que fue revolucionario tanto en España como en Perú. La Antropología tiene una herencia colonial, normalmente han sido los antropólogos de las metrópolis los que han ido para allá a estudiarnos. Y Arguedas invirtió ese papel. Además vino a realizar un trabajo de campo que no se conoce mucho en España pero que en realidad es de los primeros, junto con el que hizo Pitt-Rivers. Con la diferencia de que Arguedas incluía la historia mientras que Pitt-Rivers cometió el gravísimo error, en un país como España con tanta historia, de hacer un trabajo puramente funcionalista. La importancia de Arguedas comienza por ahí en tanto antropólogo. Debe ser de los primeros que hizo un trabajo de campo en España.

—Se hospedó en la fonda de Bermillo, entabló relación con la dueña de la posada de arrieros, con los agricultores, con los niños. Y eso le permitió trazar un retrato social inaudito.

-—Yo creo que él debía estar acostumbrado a ese tipo de vida, no le debía resultar ajena y es de suponer que se debió de sentir bastante cómodo.

—¿Cuál es la principal aportación de Arguedas en ese trabajo?

—El trabajo demuestra que las comunidades campesinas tienen una herencia tan española como indígena. Decir eso en esa época y en Perú era bastante arriesgado porque comenzaba a quebrar ciertos parámetros. Y luego, si analizas la etnografía, ves por ejemplo la foto de un flautista de la zona y otro de Perú y tienen un parecido espectacular. Viendo su trabajo en retrospectiva, un grandísimo aporte de Arguedas fue el hecho de juntar a España y a Perú; no Lima con Madrid sino dos pueblos que aparentemente no tienen nada que ver (entre otras cosas hay una gran distancia geográfica), pero sí culturalmente. Arguedas demuestra que hay aspectos comunes. Una de las grandes aportaciones es posibilitar el encuentro de dos pueblos.

—Del trabajo salió un libro quizás reconocido en el ámbito antropológico y social, pero desde luego desconocido entre la población. ¿Cómo rescatar las aportaciones de José María Arguedas, todo un escritor de culto en Perú, gracias a su estudio en Sayago?

—Lo principal es tomar este dato curioso de Bermillo, el hecho de que desde tan lejos viniese un escritor y un antropólogo y ponerlo sobre la mesa. Es algo que se sabía en Perú pero aquí es desconocido. La idea central es que este pedacito de la historia contribuya de alguna manera a hacer algo en el pueblo.

—Precisamente coincidiendo con el centenario del nacimiento de Arguedas

—Sí. Queremos aprovechar esa conmemoración para organizar algo en Bermillo y acercar a los pueblos. Conmemorar no solo a Arguedas sino el vínculo, un vínculo además muy rural. Una de las cosas que tenemos pensado es establecer una conexión (on line) con el alcalde de Andahuaylas. Se comienzan a establecer vínculos y sería una buena idea la colaboración entre el Archivo Provincial o el Museo Etnográfico de Zamora con el Archivo de José María Arguedas en Perú. Los pasos iniciados están sirviendo para generar relaciones, no solamente de amistades que van creciendo, sino también entre instituciones.