La mayor profundidad del Lago de Sanabria son 53 metros y no 51 como sostienen la mayoría de los documentos. Es la certeza que mantiene el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), de la Guardia Civil, que el pasado miércoles se desplazó desde su sede en Valladolid para realizar nuevas prácticas e inmersiones. Cuatro miembros del cuerpo sondearon las profundidades del Lago que ofreció su mejor color de paisaje y sus peores temperaturas interiores. El agua recibió a los buzos a cuatro grados de temperatura, toda una prueba de resistencia que limita el tiempo de inmersión y la profundidad a la que se desciende. El personal destinado a estos grupos mantiene la aptitud física y técnica necesaria para intervenir en rescates, como contemplada su ciclo anual de prácticas a lo largo y a lo profundo de las diferentes masas de agua de la región. Desde la creación del cuerpo, con sede en Valladolid, han sido 17 años los que de manera interrumpida el equipo ha bajado hasta las profundidades del glaciar sanabrés derretido, dentro de ese programa de prácticas anual.

A 20 metros de profundidad -53 es el máximo del fondo según sus cálculos- están los secretos mejor guardados, que poco o nada se han movido en dos décadas: dos castaños de enormes proporciones, uno más grande que otro, cuya madera resiste a los embates del agua. Los expertos buceadores calculan que uno de ellos pesará unas dos toneladas, dadas sus descomunales proporciones. Es tal vez uno de los ejemplares que custodió durante miles de años el pueblo viejo de Ribadelago, antes de que el agua, que ahora lo conserva, lo segara de la tierra. Es significativo la aparente incorruptibilidad de la madera bajo el agua. El cortado de piedra subacuático, de unos 10 metros de longitud, es otro de los clásicos invisible para los miles de bañistas y curiosos del glaciarismo pese a que está a pocos metros de la playa más concurrida del parque natural. La visibilidad a esos 20 metros es ya casi nula, lo que obliga a ir equipado con linternas y equipos de orientación.

El lastre para los buceadores es como poco de 40 kilos, que es lo que pesa el equipo autónomo de respiración que necesitan para realizar las inmersiones, que puede alcanzar hasta 60 kilos. En el agua no se nota el peso, al contrario permite la inmersión con los trajes de neopreno que tienden a empujar el cuerpo hacia arriba . Los preparativos se disponen desde la zona del aparcamiento de la playa de la Viquiella hasta el embarcadero, el mejor acceso para los vehículos que transportan una pequeña embarcación. Hacia el mediodía, cuando el agua puede alcanzar su mayor temperatura a estas alturas del invierno, es cuando se procede a la inmersión por parejas. Poco antes de las dos de la tarde la operación finaliza. La totalidad de los miembros del Geas con base en Castilla y León, 15 agentes de la Benemérita, han pasado por esta «escuela subacuática».

Este año la novedad para estos visitantes pasajeros es la presencia del nuevo catamarán, con cuya tripulación intercambiaron charla y experiencias, unos sobre el agua y otro bajo las aguas. Tal en vez en la próxima práctica se pueda cotejar lo que ve el ojo humano y lo que ha captado la cámara subacuática del buque Helios Cousteau.

En estos 17 años han sido varias las intervenciones del GEAS en la comarca de Sanabria y Carballeda para rescatar principalmente cadáveres de las masas de agua, especialmente y de forma más reciente, en los embalse de Agavanzal, Valparaíso o Cernadilla.