La Virgen de Las Candelas agradeció ayer su obsequio entregando un día casi primaveral a los vecinos del Barrio de San Francisco para que pudieran disfrutar de la procesión y de un día de fiesta en pleno invierno. La imagen de la patrona del barrio, una escultura de pequeño tamaño, procesionó ayer engalanada con un manto y un vestido que estrenaba para la señalada ocasión. Las nuevas vestimentas, en seda clara con ramilletes de flores azules, rojas, rosas y amarillas, y bordadas en oro, han sido confeccionadas y donadas de forma desinteresada por una vecina del barrio, Concepción Prieto Domínguez. Un manto blanco que a plena luz del día brillaba como una candela.

Cerca de un centenar de personas se sumaron a los actos centrales de esta festividad oficiados por el párroco de la villa, Julián Galende, en la Iglesia de San Francisco.

Poco después de la una del mediodía, la imagen de la Virgen salía a hombros acompañada de las mujeres y jóvenes de Puebla, que a lo largo del trayecto se turnarían para hacer el recorrido. Pero las escenas más bonitas de la procesión, sin duda, las brindaron los niños de Puebla con su imagen, El Niño de la Bola, que abría la procesión. Una docena de pequeños se prestaron voluntarios para llevar la pequeña imagen en cuanto el párroco pidió a los voluntarios que quisieran llevar las imágenes de la procesión que se acercaran. Los primeros en correr al altar fueron los niños, que salieron felices del templo con su Niño, dirigidos por uno de los veteranos de la villa. Buena parte de los niños y niñas se estrenaban, por primera vez, como portadores de una imagen. «Es su primera procesión», decía un familiar de una de las niñas, que hizo el relevo en la subida de la calle Padre Vicente Salgado. La carga no fue pesada para ellos, ya que sonreían durante buena parte del recorrido y con generosidad entregaban al resto de los compañeros su palo, por parejas.

No hay que olvidar que ayer se conmemoraba, además de la Virgen de las Candelas, la presentación del Niño Jesús como hijo primogénito de María y José, en el templo de Israel, a los 40 días de su nacimiento. Una pareja de ancianos que se encontraba en el templo, Simeón y Ana, reciben al niño en el templo con alegría y como salvador, como la luz, recuerdo que hizo Don Julián en la homilía. Y así, como una pequeña luz, recorrió la imagen las calles del barrio para volver a su lugar en el Altar de San Francisco. El párroco invitó a todos los creyentes en Cristo «a brillar como una luz». Las mujeres del coro de la Parroquia de Puebla entregaron sus mejores voces durante la misa. Una de las integrantes del coro, Jesusa Bahamóndez, recordaba la gran devoción a esta Virgen en el Barrio y que ha habido una gran tradición en esta fiesta «una imagen que ya viene de muy antiguo». Recordó además la gran afición de cantar en la iglesia, donde las «Las Manejas» eran unas mujeres que cantaban muy bien. Y de las que desciende una de las voces soprano más importantes de la Opera mundial, Victoria de los Ángeles. Tampoco faltaron músicos para acompañar a la procesión, los chavales de la banda de gaitas y tambores de Puebla, que marcaron el paso en el recorrido, para finalizar en la puerta del antiguo convento invitando al baile. La mañana se remató con la degustación de un vino español, en el salón de Las Candelas, por parte de las personas que asistieron a misa.

Aún calentaban los rescoldos de la hoguera que al filo de la media noche, del sábado al domingo, quedaba prendida en medio de la explanada junto al pabellón. La juventud, no solo de Puebla, sino de buena parte de la comarca, se citó en la madrugada para ver prender la hoguera y no poner punto final a verbena hasta bien entrada la luz del día.