La Federación de Asociaciones Forestales de Castilla y León (Fafcyle) ha puesto sobre la mesa de la Confederación Hidrográfica del Duero la inquietud contraria de los productores, industriales madereros y asociaciones forestales a la normativa que impide la plantación de arboledas de chopos a menos de una distancia de quince metros de las orillas de los ríos.

«Estamos trabajando con la Confederación Hidrográfica. Ha habido reuniones y el problema es que las cuencas estaban un poco agobiadas con las plantaciones y reduciendo el cauce. Nosotros defendemos a los propietarios y queremos que no se les perjudique, pero la Confederación también defiende su espacio» señaló al respecto el responsable de la Fafcyle Jesús Castaño, que anteayer presidió la subasta de chopos organizada en Zamora.

Los cultivadores de chopo están contra esta normativa porque consideran que pierden un aprovechamiento importante y reclaman, por tanto, que se siga permitiendo la plantación de esta especie como anteriormente, hasta los cinco metros de las márgenes de los ríos.

Lorenzo Brindis, maderero de Astorga, puso de manifiesto que «es una pérdida para muchos propietarios que apuestan por el chopo como forma de rentabilizar sus propiedades». De no hacerlo, apuntó, «estas superficies se pueden llenar de arbustos y maleza que perjudicará a la propia ribera con la obstrucción de los cauces».

«Vemos bien que si cae un árbol el propietario tenga que retirarlo del lugar, pero no estamos porque se pierde una superficie que queda abandonada para otros cultivos y que está expuesta, en algunos casos, a inundaciones» señaló.

El propietario de fincas «pierde la ilusión si una parte de sus fincas ribereñas no pueden ser aprovechadas», manifestó, al tiempo que reiteró que se trata de unos escenarios ribereños que tienen en la madera de crecimiento rápido un importante atractivo económico.

La mayor productividad de chopo se mueve en la comunidad de Castilla y León y, al decir del ex jefe del Servicio de Medio Ambiente, Francisco López Méndez, la ribera de Benavente «cuenta con los mejores del mundo». Es de resaltar que una hectárea produce un total de 400 árboles de chopo, lo que convierte al chopo en el cultivo más apropiado y rentable para estos espacios ribereños teniendo en cuenta que su ciclo de crecimiento es de quince años. El pino, que es otra de las especies de atractivo forestal, tiene un periodo de crecimiento mucho más lento.

«Todas las empresas de chopos y asociaciones forestales están luchando contra esa norma, en base a la cual no se deja plantar en quince metros en ciertos ríos de primer orden. Pedimos que se deje plantar arbolado como siempre, dejando cinco metros de policía», subrayó José Barrios Román, director de compras de madera de la empresa «Garnica», dedicada al contrachapado de chopo, entre otros usos, para caravanas y barcos, que cuenta con cinco factorías y una en Francia. «Estamos defendiendo que las choperas contienen los desbordamientos, son filtrantes de los riegos, actúan un poco de todo». Precisa, además, que las propias instituciones han venido plantando hasta estos límites que ahora se rechazan.

La Fafcyle, que es una asociación sin ánimo de lucro, y que cuenta con unos 5.000 asociados en la región, destaca que el chopo «tiene un potencial medioambiental ya que absorbe doce toneladas al año de CO2, hasta que alcanza la edad de corte, momento en el que disminuye su capacidad de absorción y es cortado para su aprovechamiento y sustituido por una nueva plantación».

Los industriales interesados en la madera de chopo también son partidarios que poder acceder a los lotes que quedan fuera de las subastas por no alcanzar el precio fijado. La Federación de Asociaciones Forestales indica que es una cuestión que se tratará con los propietarios de las fincas. Para las industriales, lo lógico es que sino se alcanza al precio fijado se negocie a la baja porque entienden que los dueños de las plantaciones también están interesadas en vender el producto.

«Vemos bien que si cae un árbol el propietario tenga que retirarlo pero no debe perderse una zona abandonada para otros cultivos»

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Maderero de Astorga

«Las choperas defienden los desbordamientos, son filtrantes de los riegos, actúan un poco de todo y las instituciones han plantado hasta esos límites»

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Director de compras de madera de Garnica