Fermosellano de corazón, hace muchos años que Manuel Rivera Lozano decidió compartir los resultados de su investigación sobre los aconteceres de la villa con todo aquel lector interesado. El pasado mes de agosto su labor de divulgación fue reconocida con el galardón que otorga la asociación «El Pulijón» en un gesto de agradecimiento por su compromiso con Fermoselle, a la que define como «la cuna de la que nunca voy a renegar».

-Tras cuatro años desierto, el Pulijón de Oro ha recaído en usted, ¿se lo esperaba?

-No, la sorpresa ha sido grande porque me considero un fermosellano más pero actualmente no resido allí. El acto de entrega fue muy entrañable con una cena castellana en la que nos reunimos un centenar de personas. Tuve que serenarme para leer mi discurso porque esos momentos de alabanzas me emocionaron. Todo era un perfecto adobado para pasar una noche feliz en un día señalado.

-¿Por qué decide divulgar la historia de Fermoselle?

-Sé que resulta pesado leer cuatro folios de ordenador en un periódico, pero mi intención era conocer y dar a conocer todos los fondos que se guardan de la localidad, que son muchísimos. No sé si algún día pasarán por mis manos todos los legajos que se guardan en los archivos porque ha sido una villa muy rica en producir documentos. Igualmente la frontera generaba tal pasos de mercancías, contrabando, estraperlo y accidentes que ordenarlo todo supone mucho trabajo.

-¿Cómo es ese proceso de recogida de datos?

-Llevo estudiados 250 años de la vida diaria de Fermoselle y voy haciendo un inventario, una guía para que el día en que yo no pueda continuarlo otra persona pueda hacer uso de ellos. En el archivo histórico provincial se conservan todos los protocolos notariales desde 1545 y en el archivo diocesano he consultado todos los libros parroquiales de nacimientos, defunciones, matrimonios y también he estudiado la genealogía y el censo.

-En los últimos años cada vez son más los pueblos que dejan su historia por escrito en publicaciones.

-Lo lógico es que todos la conservaran, por eso pido a mis vecinos que guarden todo lo publicado. Hay que archivar todos los documentos habidos y por haber, da igual que sea un papel escrito a mano que una fotografía o un trabajo en piedra o en piel. Fermoselle en ese sentido no se ha esmerado lo suficiente pero todavía hay tiempo para recoger todos los fondos documentales, aunque existe cierto reparo en cederlos. La Junta de Castilla y León puede hacer una copia o puede incluso comprar el material a particulares y siempre es preferible cederlo a un archivo o a un museo a que se pierda para siempre.

-¿Qué soluciones ve más viables ante la pérdida de población en el mundo rural?

-Fermoselle ha llegado a tener casi 6.000 habitantes por lo que hoy confío poco en un resurgir. La casa del parque y el castillo son grandes atractivos y si el vino volviera a ser un producto interesante en el negocio, si se llenara de olivos que fueran capaces de ofertar un millón de litros de aceite y no 50.000 al año Fermoselle podría ser de nuevo lo que fue. Antes era un pueblo bullicioso, alegre y trabajador y ahora es un pueblo de quietud, que llena por sí mismo una residencia de mayores. Yo fui maestro durante seis años y de los 500 niños que había en la escuela ahora quedan 60. Es la diferencia de un pueblo que tenía esperanza, que como tenía tanta vida proporcionaba emigración al mundo entero y hoy somos los que estamos fuera quienes lo llenamos en las fiestas.

-¿Deben potenciarse más las relaciones con Portugal?

-Con Portugal siempre ha habido muy buenas relaciones, pero tienen que llegar a los gobiernos autonómicos y centrales de España y Portugal a través de las nuevas vías de comunicación e incluso por la política, en el sentido de que una gran comarca que abarcaría Galicia, Asturias, Castilla y León y todo el Norte de Portugal, es decir, la zona Norte del Duero, recabe ayudas europeas para que sigan manteniéndose esos aportes de dinero que tanto se necesitan, por ahí también podía surgir un despegue.

-La concentración popular por la falta de agua durante las pasadas fiestas, ¿tenía antecedentes en la localidad?

-Hace años cuando desapareció el coche de línea los domingos también se manifestó la gente de manera similar. Hoy la falta de agua no la concibe nadie, por eso también hay que recordar a aquel alcalde, Francisco Galiana Hernández, que subió el agua de 5 kilómetros de distancia y 350 metros de desnivel cuando no había medios. Ahora es lógico que al faltar el agua la gente la pida, probablemente de haber estado yo también la hubiera pedido.

-¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

-No voy a escribir más libros, si alguna institución o algún interesado quiere todo mi material documental para publicarlo lo cedo desinteresadamente. Pero no busco negocio, sólo busco mi tranquilidad y pasarlo bien en la investigación.

Fermoselle, 1942

Antiguo profesor de Ciencias Sociales, jubilado hace seis años, ha publicado dos libros sobre la historia de su localidad natal y actualmente es colaborador de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA con sus artículos de divulgación sobre la villa en el dominical, con un total aproximado de 300 páginas escritas. El pasado mes de agosto fue galardonado con el mayor premio que otorga la asociación cultural «El Pulijón», cuyo presidente, Alberto Gavilanes, destacó «el fermosellanismo» con el que impregna todo su trabajo.