La desilusión de la chavalería del martes volvió ayer alegría al poder desfilar con los cabezudos por las calles de Puebla en su día grande fiestas y en el acto principal, la procesión de Nuestra Señora de las Victorias. También quedaron contentos los 10 gigantes de la villa que esta vez sí completaron el recorrido que marca la procesión, sin buscar cobijo bajo los soportales del Arrabal. Casi tantas personas en la plaza Mayor como en el interior del templo de Nuestra Señora del Azogue esperaron la culminación de la ceremonia religiosa, oficiada por el párroco Julián Galende, para ya cerca de las dos de la tarde, vera la salida de la procesión. La imagen, en andas y casi en volandas, bajaba la escalinata del templo al compás del himno nacional, interpretado por la Banda Maestro Lupi de Benavente, y con los aplausos de la plaza puesta en pie y al amparo de los gigantes que custodiaban el templo. Con sus mejores galas de Victoria, vestido blanco y oro bajo manto azul y oro arropada con un sencillo adorno floran en amarillo y blanco. La Virgen de las Victorias este año tampoco quiso quedarse en casa y aguantó el agua por unas horas, hasta completar la procesión y recibir la oración de la Salve antes de volver a ingresar en la nave principal del Azogue. Como recuerdan los más mayores pocos han sido los años en que no se ha podido sacar la imagen del templo.

La imagen acaparó las miradas y las oraciones en su recorrido por la Plaza Mayor, San Bernardo, La Rúa, La Cárcel, El Pilón y el Arrabal para desandar sus pasos para volver a su altar en el templo parroquial de la villa. El momento más especial se vivió en la Plaza del Arrabal cuando los muchachos que residente todo el año en la villa tomaron con fuerza el relevo de seis. Hasta ese momento los veteranos se habían turnado en las paradas. Su camino ya era de vuelta al templo. Con mucho mérito mecieron a la imagen en su segundo año de cargo como portadores de la imagen y bajo la dirección de los más mayores. Los niños que este año tomaron su Primera Comunión, acompañaron con sus trajes a la imagen prendidos de ella con un lazo azul. Niños y mayores sacaron sus mejores galas, pero también los atuendos sanabreses, insignia de la Reina y las Damas que seguían a la imagen, como manda el protocolo, junto con las autoridades civiles y militares de la villa. La procesión vivió momentos muy especiales cuando al pasar por debajo de los balcones en la Calle la Cárcel y en la Rúa aguardaba una lluvia de pétalos. Con la imagen sorteando los aleros del templo y la puerta se despedía la Virgen de la Victoria de esta jornada triunfante.

Las vísperas estuvieron marcadas por la participación de al menos 3.000 personas en la demostración más plástica del «uso cultural del fuego», esto es en la actuación del grupo valenciano Scura Splats y su hambre de fuego que contagió a toda la villa. Cientos de kilos de pólvora se fueron perdiendo por el camino desde la Plaza Mayor a la Plaza del Arrabal, donde la actuación rockera y teatral del grupo, junto con la espectacular traca final, culminaron una hora larga de juegos chispeantes. El espectáculo se sería posible sin complicidad de cientos de personas que no dudaron en meterse o saltar las cascadas de fuegos.