Día intenso de fiestas en San Martín de Castañeda. Poco antes de la amanecida las peñas saludaron la jornada en una ruidosa alborada en la que no faltaron ni las ollas viejas, ni los silbatos ni las vuvuzelas. Pasadas las siete de la mañana, un reconfortante chocolate con churros sirvió para aliviar el cansancio y prepararse para la gymkana de peñas en los hinchables desplegados en la trasera del monasterio.

A las siete de la tarde, el salón de actos del Centro de Interpretación se quedó pequeño para la numerosa asistencia a la proyección del material recopilado por los periodistas de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA José Antonio García y Araceli Saavedra sobre la rotura de la presa de Ribadelago. Muchos de los asistentes eran, hace 50 años, obreros y trabajadores de la empresa Moncabril.

Para ellos fue un recordatorio de tiempos duros y difíciles. «Mira, ese era Vitorino», cuchicheaban al contemplar las antiguas fotografías de los empleados en la construcción de Vega de Tera. Reconocían rostros, algunos de ellos desaparecidos después en las aguas de la tragedia, otros ya fallecidos. Esa crónica de un desastre anunciado por una negligencia en la construcción por la que nunca se hizo verdadera Justicia fue revivida en los minutos a que duró la proyección del documento. Hoy, una nueva cita con la historia se produce con la proyección de «Carta de Sanabria», el documental de Eduardo Ducay, que será introducido por Alejandro López Krahe a partir de las siete de la tarde.

La tradición forma, sin embargo, el grueso de la programación. En la celebración de Vigilias que puso fin al novenario en honor a la Virgen Peregrina, pudo escucharse por primera vez a las cantoras del Ramo y a los encargados de la Loya de este año. Cantaron las doncellas, rememoraron otros tiempos los mozos y todo el templo, abarrotado, vivió con emoción lo que puede considerarse un ensayo general para la misa grande que se celebra hoy a las 13.30 horas.