Desde que el mago Iniesta elevara a los altares a la Selección Española de fútbol con su glorioso zapatazo, el rojo es color de tributo y adoración. Ya no hay otra forma de distinguir a la genial generación de futbolistas, es la Roja. Lo entienden hasta los chinos.

Pero no hay que irse tan lejos. En la mucho más terrenal Moralina de Sayago se ha rendido un singular homenaje a quienes divinizaron tan ardiente color. «Rojo y Negro». Tal es el título de la exposición que, un año más, organiza la Asociación Cultural «La Veiga» en colaboración con el Ayuntamiento. La inspiración del filólogo Julio Borrego Nieto, enriquecida con las ideas de otras personas, ha hecho posible una original muestra en rojo y negro, porque al final la vida es eso, «un perpetuo juego de rojo y negro». El primero, símbolo de alegría, pasión, energía, positividad. El segundo, la desgracia, la tristeza, la crisis, la miseria. Y así lo anuncian las dos banderas que ondean a la puerta de la muestra, en el Centro Cultural de Moralina, la española y la inconfundible calavera del pirata.

«En nuestra línea de organizar la exposición con un tema de actualidad, la Roja parecía este año obligado», expresa Julio Borrego. Pero desde que se enciende la bombilla hasta que se monta la muestra discurre todo un proceso de creación. «Lo primero fue pensar en los conceptos, después buscar los objetos y al final encontrarlos, porque en algunos casos ha sido complicado». Por ejemplo, localizar unas plumas rojas de un pájaro para contraponerlas a las negras, mucho más asequibles en el terruño sayagués; «nos tocó pintarlas». O un gato negro; dónde encontrar la figura de un gato negro para compararlo con los más fáciles corazones rojos de la pasión. Al final unas cartas de amor quemadas cumplieron el papel del figurado felino.

Superados los domésticos inconvenientes, la exposición presenta un prolífico abanico de objetos que dan sentido a esa filosofía de la vida en dos colores. Cazuelas, máquinas, bolsos, flores o las velas, la tormenta, el luto, la pólvora. Rojo y negro que por otro lado, no siempre aparece contrapuesto. Porque en la vida «también puede darse la convivencia pacífica del rojo y del negro, incluso con los papeles invertidos: el café, el chocolate, las moras, las morcillas... ¿no son una gozada?, ¿no resulta abominable la sangre derramada?, ¿qué es lo bueno, el capote rojo del torero o la silueta negra del toro?».

Reflexiones complementarias a la mera exposición. Se trata también de eso, de interpelar, de llamar a la reflexión. Porque, aunque la impresión visual es positiva, en la trastienda emerge un mundo de mensaje. Por algo la Roja es la Roja.