Fariza, enclave sobresaliente del Parque Natural de los Arribes del Duero, rememoró ayer, como cada primer domingo de junio desde hace más de cuatrocientos años, la romería en honor a la Virgen del Castillo. Ocho pueblos del Bajo Sayago -Argañín, Cozcurrita, Badilla, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara- desempolvaron los majestuosos pendones de tela blanca, cristos procesionales, estandartes y cruces parroquiales para dar vida a la romería que les llevó hasta el espectacular arribanzo sobre el que se levanta la ermita de Nuestra Señora del Castillo.

Es la celebración de «Los Pendones» una de las manifestaciones religiosas y populares con más arraigo del oeste zamorano, enaltecida este año con la flamante declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional. Un reconocimiento que supone a la vez un compromiso de estos pueblos con la permanencia de la tradición. Es por ello, que el Ayuntamiento pretende promover un grupo comprometido «con la organización, el sostenimiento y la dinamización de la romería», explica el alcalde de Fariza, Manuel Ramos. Llámese cofradía, hermandad, asociación... eso será lo de menos. Lo importante es que «los vecinos de todos los pueblos se impliquen. Necesitamos apoyo humano para que todo esto salga adelante».

Este año, la participación de jóvenes portando los pendones (es el caso de Zafara o Fariza) abriga la esperanza de que una savia nueva tome el testigo de la fiesta. Porque hasta en eso influye el declive demográfico que afecta a la comarca. Sin relevo será cada vez más difícil sostener una tradición que hunde sus raíces en el año 1611, cuando se funda la Cofradía de la Virgen del Castillo. Sin embargo abundan teorías en torno al origen de la romería, que algunos expertos sitúan en la época prerromana por la mención a Viriato, pastor lusitano que hizo frente a la dominación romana.

O en el periodo medieval, toda vez que los pendones, como símbolos militares, identificaban a los concejos en las contiendas.

Sea cual sea el germen de esta peculiar celebración, existe constancia de su permanencia a lo largo de los últimos cuatrocientos años. Es uno de los símbolos identitarios del Bajo Sayago y así lo corroboran los cientos de romeros y visitantes que cada año acuden a Fariza. Ayer recaló incluso algún autobús procedente de Salamanca, y muchas personas llegadas de diversos puntos de la provincia y el cercano Portugal, atraídas por la singularidad de la romería, que tiene su momento clave en la procesión desde el pueblo de Fariza hasta la ermita de la Virgen del Castillo por una bella senda en la que sobresalen los pendones, hábilmente portados por los pendoneros y ayudados por los cordeleros, sujetando las cuerdas que parten del extremo superior del mástil.

Cientos de personas acompañaron al rosario de pendones que, altivos e inmaculados, sobresalen entre la multitud a lo largo de su recorrido por las entrañas del Parque Natural. En la ermita, enclavada sobre uno de los más bellos parajes del arribanzo, los pendones dan la vuelta por los alrededores para descansar antes del retorno.

En realidad la fiesta comienza por la mañana, cuando el pueblo de Fariza, con la Virgen del Castillo llevada en andas por los vecinos y escoltada por miembros de la Corporación Municipal va recibiendo, a los sones de la dulzaina y el tamboril, uno a uno a los otros siete pueblos que llegan con su pendón, estandartes y cruces. El tiempo estival daba ayer un respiro con un ligero descenso de las temperaturas, respecto al día anterior, que hacía más saludable el recorrido.

A diferencia de antaño, cuando los pendoneros cargaban con el pendón desde su respectivo pueblo hasta Fariza, ahora se transporta con el tractor. Los tiempos han cambiado, como recordaba Daniel Villar Herrero, el sacristán de toda la vida en Fariza. «Venían con los pendones y los santos cristos. Algunos pesan una barbaridad, ya no hay quien los lleve».

Tanto sudaban quienes peregrinaban con las gigantescas enseñas que era bien merecido un tentempié. Tal es el origen de la degustación de escabeche, antes aportada por cada uno de los pueblos y que ahora corre a cargo del Ayuntamiento de Fariza.

A esa hora, los pendones ya han quedado plantados y sujetos por los cordeles a los cortinos hasta las cinco de la tarde, cuando los pendoneros vuelven a enfundarse la banda de cuero para levantarlos camino de la ermita. Tras los merecidos descansos, el regreso y la despedida a cada uno de los pueblos. A Badilla, Cozcurrita y Argañín en el Puente del Porto; a Mámoles en la Fontanica; a Palazuelo en el Humilladero; y a Tudera y Zafara, en las Paneras. Aunque ahora son ocho los pueblos que se suman a la celebración, a lo largo de la historia han participado con sus pendones Muga, Gamones, Torregamones, Fresno de Sayago, Almeida y Cibanal; además de los portugueses de Freixoa y Cercio.

Este año, como bienvenida a la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional, el Ayuntamiento ofreció una recepción a las autoridades españolas y portuguesas invitadas a la romería. La presencia de los últimos pretendía también «invitar» a los vecinos lusos a una «participación más activa» en la celebración de «Los Viriatos», evocando tiempos pasados. Todo por el relanzamiento de una fiesta «muy querida y sentida por los sayagueses de esta zona», expresaba el alcalde Manuel Ramos. Una romería que pretende erigirse en la gran «seña de identidad cultural que han mantenido nuestros antepasados y ahora estamos llamados a recoger ese testigo».