Carlos Porro llegó el sábado a Tábara para descubrir los entresijos de las Danzas de Palos en el Encuentro Transfronterizo de España y Portugal.

—¿Puede explicar el origen concreto de las danzas del paloteo?

—Precristiano, de elementos naturales que luego a partir del siglo XV se popularizan en celebraciones religiosas o se vinculan a una cofradía, a un santo o a una devoción; y todos esos elementos antiguos y en cierto modo algunos paganos, que luego se van cristianizando, forman parte de este tipo de procesiones de toda España.

—¿Existen similitudes entre las danzas de España y Portugal?

—Pues sí. Son los mismos recorrido melódicos, los mismos estilos musicales, los mismos instrumentos musicales y los mismos indumentos. En Tras Os Montes se ha conservado la gaita de fole y la flauta de tres agujeros, que se ha ido perdiendo mucho más en la parte castellana, aunque también se tocaba hasta hace cien años en Castilla, lo que pasa es que luego se vino a sustituir por la dulzaina. Se utilizan los mismos textos, muchos y muy variados obviamente, la misma idea musical a ambos lados de la frontera.

—Cada lazo tiene su texto, con letra, pero no se cantan.

—Ni ahora ni antes. Todas las canciones que se danzan, todos los lazos, tienen un soporte musical que sirve a los danzantes para saber como van los golpes en los cambios. Tiene una serie de letrillas, que en unas nas son muy enrevesadas y en otras se entiende mejor, y que son normalmente fragmentos de canciones o romances muchos de ellos del siglo XVI. Tienen un valor histórico documentado de más de quinientos años, y durante medio siglo se han seguido cantando en Castilla y León y en Tras Os Montes.

—¿Son las danzas en sus orígenes guerreras como creen muchos antropólogos y danzantes?

—Sí bueno, son de estas teorías de los antropólogos que intentan buscar un poco un origen divino en todas las cuestiones culturales actuales. Obviamente hay un substrato muy antiguo, anterior al siglo V, anterior a la cristianización. Son elementos en todas las culturas del mundo, tanto en África como en Asia, elementos que hoy en día pueden apreciarse en las danzas de palos actuales de aquí, zamoranas o vallisoletanas, que sabemos que están vinculados a elementos paganos o de preparación de las luchas de unas tribus con otras. Pero claro de ahí a lo que hay hoy día han pasado cinco mil años. Entonces, obviamente, es un poco exagerado decir que son danzas guerreras o que son danzas paganas. El origen está ahí. El cambio ha sido brutal en los últimos setecientos años.

—Hombres vestidos de mujer, eso creen muchos, pero la indumentaria tiene sus historias.

—Generalmente son danzas masculinas. Lo que pasa es que en los últimos veinte o treinta años la problemática de la pérdida de las tradiciones muchas veces se ha solventado con la incorporación de las mujeres en los ritos. Se han mantenido por eso. Los trajes no es que fueran femeninos sino que generalmente antes llevaban unas enagüillas, un enaguado blanco, que era un recuerdo de los zaragueyes, de los hortelanos o labradores de Castilla y de toda España de hasta hace cien años, que se enriquecían con bordados, con lentejuelas, con pasamanerías, y que recordaban y ponían en valor esas danzas hortelanas y labradoras en las procesiones. No son trajes femeninos sino que, luego, se pasó a utilizar este tipo de prendas por las mujeres, a principios de siglo (XX). La indumentaria del danzante es anterior a la aparición de este tipo de indumento femenino.

«Algunas veces los sacerdotes impedían que se entrara a danzar frente al altar en las iglesias»

—¿Tuvieron a lo largo de la historia problemas los danzantes con la Iglesia?

—Ha habido más problemas ahora que hace quinientos años, porque la fiesta de la iglesia cuando incluyo estas danzas de palos en las procesiones religiosas, por ese afán que tenían de popularizar el Corpus y demás, pues las incorporó tal y como eran. Lo que pasa es que pasa es que en diversas épocas, a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, la iglesia, muchos curas en particular veían como un poco ridículo esas danzas, porque muchas veces se desmadraban mucho, las cofradías se gastaban mucho en vino, danzantes y música, entonces era un cierto desorden eclesiástico el que tenían estos danzantes y estas cofradías, entonces la iglesia ponía un poco de freno, para que no vengan tantos danzantes, ir a menos. Algunas veces los curas impedían que entraran a danzar dentro de la iglesia, entonces danzaban frente al altar, y eso si que muchos curas lo empezar a prohibir en los últimos cien años, a quitar, porque los tenían como un poco irreverentes, venían con las castañuelas, con la dulzaina a tocar a la iglesia. Yo creo que la iglesia o, los curas han puesto más pegas en los últimos doscientos años que en los quinientos anteriores.

—Los danzantes salen ataviados con ostentosas con coronas, pero luego se las quitan, no danzan con ellas. Algo que sería además difícil.

—Porque se trata de elementos ornamentales: decorativos. El tema de una danza en una procesión consiste en que cuanto más danzantes sean, mejores instrumentos tengan y los trajes sean más llamativos, eso enriquece la procesión y da prestigio sino a fiesta. Si la cofradía tiene en vez de para comprar cuatro lazos tiene para ocho eso enriquece más. Y luego está el sombrero con flores o plumas que también da un aspecto más orlado, un elemento cultural que se enriquece a si mismo y que da nombre a esa fiesta o a ese pueblo.

—¿Cómo valora el Encuentro de Tábara?

—No hay ningún encuentro que tenga tanto nivel congregando a ocho grupos como en Tábara.

«El futuro pasa por la enseñanza, hay que valorar esta manifestación en la escuela»

—Variopintos y coloridos, únicos en cada pueblo ¿Qué nos dice de la historia de los trajes?

—Todos tienen sus detalles. La importancia, dentro de lo que puede ser un uniforme, que consiste en unas enagüillas, unas guindas unas flores, es la variedad con la que luego cada pueblo ha ido remodelando ese elemento y hoy en día podemos asegurar que no hay ya dos trajes de danza exactamente iguales, aunque el origen sea exactamente el mismo, pero ahora son diferentes, aunque los pueblos estén situados a cinco kilómetros o menos. Todo los que se están haciendo ahora tienen elementos muy diferentes.

—¿Cómo es la situación actual de las danzas del paloteo ?

—Se han perdieron muchas. Primero fue el éxodo rural, la gente no quedaba en los pueblos. Luego hay mucha vergüenza de los propios vecinos para mantener sus danzas, sus costumbres, a vestirse sus trajes tradicionales o tocar su instrumentos a hacer sus bailes. Eso ha hecho que las danzas de palos se hayan ido perdiendo en muchos pueblos. Si tenemos en cuenta que igual, en el caso concreto que tenemos más documentado, que es Valladolid, había cincuenta localidades con danzas de palos en los años cuarenta y ahora mismo hay cuatro. En Zamora de las otras quince que había se mantienen cuatro. En Palencia de veinte que había en la posguerra ahora perviven seis o siete danzas. Muchas veces se mantienen con chicos y chicas, de manera actuacional, no todos los años actúan. En fin, que hay un momento de dejadez, sobre todo muchas veces por parte de las instituciones que han apoyado más a los grupos de los llamados bailes regionales.

—¿Cuál sería el futuro, el camino a seguir?

—El futuro como toda la tradición en general pasa por una adecuación en la enseñanza, que esté reglado, que esté documentado, que esté estudiado y que se enseñe muchas veces en las escuelas, que se valore y que se prestigie como un elemento cultural de primer orden; que no se premien otras actuaciones más faltas de elementos natural y tradicional y que se valoren todos estos elementos culturales. El tema educacional en la escuela es fundamental. Muchas veces es más importante a lo mejor que en vez de hacerles hacer gimnasia, pues que hagan gimnasia danzando de palos para que empiecen a ver su coordinación.