Corrales del Vino

Sobre la ermita de Nuestra Señora de las Angustias de Corrales está a punto de iniciarse la segunda y definitiva fase de restauración, una vez que los novedosos tratamientos a base de resinas y pilotes aplicados a su cimentación hayan tenido éxito, evitando así el principal problema del edificio, derivado de su asiento sobre terreno arcilloso extremadamente inestable.

La rehabilitación, basada en el proyecto del arquitecto Pedro Lucas del Teso se ha desdoblado en dos fases. En la primera se abordó, la consolidación del terreno por medio de inyecciones de resinas expansivas, previa la retirada preventiva de los elementos mas inestables, como los arcos, el refuerzo estructural de la cabecera de la iglesia y la fijación de elementos escultóricos o de bulto en situación precaria de equilibrio. A continuación, tal y como refleja la documentación que maneja la Junta «se dejó un periodo de tiempo de unos meses para la comprobación de la estabilización de la cimentación, periodo en el que se han efectuado pruebas de control visuales, geotécnicas y taquimétricas necesarias». Ahora, una vez comprobada la ausencia de «movimientos del edificio» dignos de señalar se aborda la fase de restauración del edificio propiamente dicha.

En esta fase se acomete el resto de obra hasta su completa restauración, «con el fin de dejarla en uso lo que supone obras estructurales de reforzamiento de cimientos degradados y reconstrucción parcial de las fábricas, consolidación estructural de muros, arcos y bóvedas, restauración o reconstrucción de estas últimas, construcción de una nueva cubierta (la que tiene ahora el templo es provisional), restauración, consolidación y protección de la fachada principal y camarín, renovación de todos los acabados interiores y reparación y limpieza de los exteriores»: En cuanto a instalaciones se dotará al templo de sillería arenisca de energía eléctrica para su iluminación interior y exterior, y en el entorno se cuidará el tratamiento del pavimento próximo para la protección del edificio.

La consolidación estructural que se proyecta y que es necesaria abordar por las deformaciones que ha sufrido el edificio, a causa del mal firme, una vez ya ejecutada la consolidación del terreno tiene como fin llevar a la construcción a una situación estable. Consiste en la superposición a la actual construcción que trabaja exclusivamente a compresión y trabajando solidariamente con ella, otra compuesta de elementos de hormigón armado y anclajes de transmisión de esfuerzos que atan vertical y horizontalmente los muros y arcos y que a la vez hacen un reparto de las tensiones mas uniforme que los empujes actuales, tal y como se apunta en la memoria del proyecto.

La traza de la cubierta definitiva diferirá de la existente en los remates y aleros. Se opta por un alero de chapa de cobre que levanta sobre las cornisas actuales, deformadas por los movimientos del edificio y permite un remate mas limpio que encubre estas deformaciones. El muro hastial de la cabecera de la nave levanta sobre la cubierta de la propia cabecera, eliminando la forzada continuidad actual, fruto de reformas inadecuadas. El resto de operaciones a realizar deben dejar al edificio en su puesta en uso.

Por último para completar la labor iniciada en la primera fase, en la que se construyó un sistema de evacuación de las aguas de la cubierta a través de un albañal perimetral en la base del edificio y para eliminar lo más posible la penetración del agua en el subsuelo, causa de muchos de sus males, se construye una zanja de drenaje en torno al edificio a modo de cinturón que frene las aguas superficiales del terreno en pendiente. La zanja tendrá la profundidad que permita la cota de alivio en el pozo de evacuación ya construido y entre esta zanja y el edificio se crea un firme con pendientes que deja transpirar al terreno pero que evacua el agua superficial a los drenajes descritos.

Antes de iniciar la obra, que ya ha sacado a licitación la Consejería de Fomento en 477.419,92 euros, es necesario el traslado del retablo, ahora almacenado en el interior de la iglesia, y al que se deberá numerar e inventariar para su posterior restauración. Todas las obras que impliquen movimiento de tierras tendrán seguimiento arqueológico. El plazo de ejecución de los trabajos de rehabilitación se estima en seis meses a partir de su adjudicación.