Moralina.- La Asociación Cultural "La Veiga", de Moralina de Sayago, ofició ayer el ritual de la tradicional matanza del cerdo con todos los pormenores, pero con el aliciente de haber participado la mayor parte del pueblo y no sólo un gremio familiar -además de gente foránea- y de haber culminado en una sola jornada el conjunto de faenas que antaño suponían dos o tres días de intenso trajín.

Vino a ser la XV edición y para la ocasión postraron sobre la mesa un ejemplar de 300 kilos, criado a la usanza de los pueblos, lo cual «asegura su calidad» en palabras de la presidenta de la Asociación, Maribel Garrote.

Comenzó la faena hacia las 9,30 horas de la mañana, corriendo los expertos (por lo general gente mayor) con el peso de matarlo y desentrañarlo, tras haber depurado al animal de toda pelambre con la debida chamusquina y raspado «con piedras rugosas». Luz e Isabel fueron las mujeres encargadas de lavar las tripas del cerdo, y un importante contingente de personas se implicaron en la labor de triturar la carne, adobarla y elaborar las morcillas y los chorizos que constituyen uno de los productos sobresalientes de la matanza.

Ayer la Matanza del Cerdo de Moralina contó con la presencia de una veintena de personas del Club del Dos Caballos, el memorable Citroën, que aprovecharon para recorrer la Senda Botánica diseñada en el término y que permite tomar conciencia del patrimonio natural del lugar. Sus vehículos pusieron una nota de interés a una jornada ya de por sí entretenida.

Un día fresco y neblino acompañó al desarrollo de los hechos. De este modo, la temperatura invernal incrementó el apetito de los participantes. Precisamente la gastronomía es otro de los fuertes de la Matanza del Cerdo. Un guiso y un arroz a la zamorana sentaron los cuerpos durante la comida, y unas patatas con carne y unos chorizos asados calmaron los apetitos de la cena, una y otra vez acompañados del vino y del licor a pedir de boca. Los comensales superaron el centenar.

Maribel Garrote resaltó que la mayor parte del cerdo va destinado a la elaboración de chorizos, que servirán luego para nutrir los hornazos que salen a relucir, en agosto, con motivo de la Feria de Artesanía y Productos Típicos que organiza la Asociación Cultural, y que cada año eleva su listón. Son curados en una vivienda antigua y al humo, bajo el seguimiento de un vecino que no deja de hacer lumbre a gusto de los preciados colgantes. Prueba de su buen hacer es que siempre han salido dignos de la mesa, a pesar de embutirse el mismo día de la matanza.

Maribel Garrote hizo hincapié ayer en señalar que uno de los objetivo de la actividad es mostrar e inculcar en los jóvenes una costumbre que formó parte de la cotidianeidad de los pueblos.

La Asociación Cultural "La Veiga", que cuenta con unos trescientos asociados, está entre los colectivos de la provincia de Zamora más implicadas en el desarrollo de iniciativas encaminadas a revitalizar el medio rural.