Montamarta.- "El Zangarrón" de Montamarta cerró ayer el serial de mascaradas de invierno que amenizan el repertorio de la provincia de Zamora, y lo hizo en la persona del quinto Angel López Alvarez, que cumplió su cometido con todos los rigores exigidos al personaje y con tal derroche de energías que acabó «agotado y bastante mareado».

Para la ocasión, modificó en algunos aspectos la vestimenta que luce "El Zangarrón" en su puesta en escena el primer día del año, protagonizado entonces por el quinto Sebastián Pelaz Martín. Ayer vistió los típicos ropajes, pero ofreciendo una pernera de color rojo en lugar de marrón y portando una careta de color rojo en lugar del negro. Por lo demás, revistió su cuerpo con el típico diseño del ancestral individuo, confeccionado con sobresaliente esmero en un proceso que supone todo un ritual de vestimenta.

Encarnar el correoso personaje supone al quinto madrugar y levantarse a buena hora. Son los propios compañeros quienes tocaron diana hacia las 5,30 horas, después de una larga trasnochada por tratarse de la especial noche de Reyes. Conducido a la Casa de Quintos, Angel López fue vestido por el gran especialista Tano -que estuvo acompañado por el que tomará el relevo, José Ramón-, ciñéndose a los colores oportunos. Calzado con zapatillas blancas para correr presto y veloz, López Martín ciñó además un fuerte cinturón del que colgó a la espalda una ristra de cencerros que revelan con su soniquete su presencia y sus repentinos movimientos. Completaron su estampa unos coloridos florones y un conjunto de cintas colgantes, enlazadas al gran caretón. Para rematar, un tridente que confieren al extraño sujeto un cierto poder y una posición de castigo sobre todos cuanto tientan sus ánimos y son alcanzados en la correría.

Debidamente vestido, el quinto inició el inolvidable recorrido por el pueblo de Montamarta para recabar el aguinaldo vecinal, que fue depositando en la faltriquera diseñada ex profeso para acoger los recaudos.

Seguidamente se trasladó hasta la ermita Virgen del Castillo donde recibió a la autoridades y ofrendó ante el altar los panes trinchados, tras cumplir las venias debidas. "El Zangarrón" regresa a la salida del templo pero sin perder de vista el altar. Finalizado el oficio religiosos comienza la verdadera campaña de persecución en pos de unos y de otros, especialmente en la plaza del pueblo. «Dio palos bastante bien» afirma una vecina, que alabó la contundencia con la que actuó el joven.

Angel López manifestó ayer haber dado «todo lo que tenía». Afirmó que ha grabado su papel de "Zangarrón" «como una experiencia muy bonita», y destaca que «siempre estuve detrás de los zangarrones y me dije que cuando fuera quinto vestiría el traje porque es un orgullo». En su caso derrochó energía a raudales y toda la potencialidad física, hasta el punto de terminar cinco horas después de haber salido a la calle de una manera un tanto preocupante, golpeándose contra un vehículo. «Dicen que rompí la luna». Tres horas después de finalizada su misión había consumido ya tres litros de agua. La deshidratación había sido más que notable en el joven, que sin embargo todavía seguía en pie aunque a punto de encamarse para conseguir la plena recuperación.

El personaje estuvo respaldado por una quintada que siempre mantuvo las formas y la estampa con dignidad. Tanín, Alba, Nieves, Lucía, Jesús, Carlos, Eva, Alvaro y el propio Angel "El Zangarrón" han defendido el endiablado enmascarado a satisfacción de la población, que ha visto cumplida en este colectivo una tradición festiva que enriquece el costumbrismo de la provincia de Zamora.