Palacios.- "La Vaquilla" recorrió, por quinto año consecutivo, las calles de Palacios del Pan. Esta edición contó con la introducción de un nuevo personaje que manchó de ceniza a las mujeres. La mascarada congregó a los varios cientos de personas a varios etnólogos que tomaron nota de las peculiaridades de la celebración que forma parte del proyecto de la Diputación para ser declarada Bien de Interés Cultural.

Los siete cencerros,el grupo de los Gitanos con el tradicional carro tirado por una burra, y la Vaquilla partieron a las 17 horas del salón del Ayuntamiento para en las inmediaciones del frontón, al lado del miliario, alusivo a la dehesa de Mázares-denominación que ha tomado la asociación cultural que ha retomada la tradición- el Patriarca de los Gitanos retó a dos cencerros para ostentar el honor de ser el Cencerro Mayor, el jefe. Los dos Diablos se enfrentaron con sables. Al ganador le colocaron un sombrero adornado con múltiples elementos, mientras que en la estructura y la testa de la Vaca, las Gitanas situaron, con velcro, quince cintas con números que se corresponden a regalos que han ido desde una raqueta de frontenis a, una mochilla hasta botellas de vino facilitadas por la asociación cultural o un pollo donado por un vecino.

A partir de este momento, el Cencerro Mayor fijó el itinerario y los jóvenes y no tan jóvenes se aproximan a la res para conseguir una cinta, mientras que el Jefe y los demás Diablos intentaron dificultar la tarea, el primero con una tornadera adornada con tantas cintas como ediciones de la retomada mascadas, y los segundos con trallas. A la par, un nutrido grupo de Gitanos pidió el aguinaldo por las casas y regalan a los oferentes "bollos nevados", típicos del Carnaval. Además, la presente edición ha supuesto el estreno de un personaje que conformaba la primigenia celebración. Durante el recorrido la nueva figura portó una capa de pastor manchó con ceniza de lumbre, como símbolo de fertilidad, a las féminas que aguardaban el cortejo. La mascarada concluyó cuando la Vaquilla se quedó sin cintas y el Cencerro Mayor la apuntilla ante la atenta mirada del público y el resto de personajes

Antiguamente, los Diablos o Cencerros eran los quintos de la localidad, sin embargo, con el retorno de la costumbre de Carnaval, los papeles los desempeñan hombre de Palacios que intentan que algún quinto, como antaño, participe. En esta ocasión se estrenaba como Cencerro Mario Luis Gutiérrez, un joven de 17 años.

En un principio, los Diablos iban vestidos con el característico uniforme militar, mientras que ahora portan un traje confeccionado con costales de lana, cholas y caretas. A ello se suma cencerros de distintos tamaños y doce cascabeles. Los Cencerros abren el recorrido seguidos de la Vaca, cuya estructura lleva un varón sobre sus hombros lo que le permite una mayor movilidad. La cabeza del animal pertenecía a ejemplar de sayaguesa, el rabo era de un toro y la madera se cubre con la sudadera que protegía a las caballerías de la alforja.

Los Gitanos, el tercer grupo de personajes, y es el único en el que participan las mujeres, aunque en la primitiva mascarada no tenían cabida. Ellas van con coloridos vestidos en tanto que los varones portan trajes y sombreros .

Tras la mascarada, los asistentes al Carnaval degustaron empana y otros platos típicos en el salón del Ayuntamiento.

Por otro lado, la asociación cultural "Mázares" promotora de la Vaquilla, desfilará el próximo fin de semana en Zamora y Braganza, invitada por la Diputación de Zamora.