Villaescusa.- Los encierros de campo y de calle corridos ayer en Villaescusa, con motivo de las fiestas celebradas en honor a San Gervasio y San Protasio, aunque transcurrieron sin incidentes reseñables dejaron ciertos momentos de emoción en los muchos aficionados que acudieron a la cita taurina.

A las diez en punto de la mañana dio comienzo el encierro por la pradera, que atrajo el interés de unos ciento cincuenta caballistas de todos los puntos de la comarca, quienes hicieron correr a través del campo a los dos novillos puestos en escena para la ocasión y para disfrute de los numerosos aficionados que siguieron con entusiasmo las evoluciones de la confrontación.

Los caballistas congregados en el evento, muchos de ellos garrota en mano, no dejaron de tentar a las reses animando la corrida y haciendo vibrar a la gente del pueblo implicada cien por cien en el ambiente.

Los novillos se dividieron poco antes de llegar al pueblo; mientras uno de ellos no tardó en entrar en la plaza de toros portátil, el otro se resistió y fue necesario administrarle una inyección para dormirlo y permitir que el segundo de los encierros pudiera dar comienzo en una ahora prudencial.

Esta vez, las calles de la localidad serían el escenario de las idas y venidas de cuatro reses de la ganadería de Carlos Cañero, que tras haber salido de los corrales a la hora del medio día, harían las delicias de cientos de aficionados taurinos hasta la hora de comer. Los jóvenes del pueblo demostraron su valentía llamando al toro, desafiándolo, sintiéndose cerca de su fuerza y bravura.

El itinerario marcado entre la Plaza Mayor y la plaza de toros contó con buen vallado y con mucho sitio para los espectadores, en cualquier tramo del encierro. De este modo fue posible presenciar curiosas escenas como algunas personas encaramados en los postes de la luz, bien para contemplar el paso de las reses, bien para escapar de las astas de las mismas.

El tratarse de un día festivo favoreció que los vecinos se echaran a la calle y que numerosos aficionados taurinos se acercaran al municipio y cambiaran una mañana de descanso por una jornada de intensa emoción ante los toros. Pero no todo el mundo estaba dispuesto a correr delante del animal. Hubo quien prefirió llevarse el almuerzo y observar la corrida desde lejos, acompañando los bocados con unos buenos tragos arrancados a la bota.

La limitación del número de cortadores frustó las esperanzas de los aficionadosÇ

Otro de los espectáculos más esperados por los vecinos y que fue seguido con gran animación consistió en la exhibición de cortes que tuvo lugar pasada la media noche del sábado.

Fueron sacados a la arena tres toros para los recortadores pero, para sorpresa de los mozos de la zona que se desplazaron dispuestos a aprovechar esta oportunidad taurina, dichos animales únicamente serían recortados por ocho profesionales de una empresa contratada a tal efecto.

Los jóvenes del pueblo, que habían pagado diez euros por entrar en la plaza, mostraron su enfado ante los responsables del evento, y trataron por todos los medios de tomar parte del espectáculo.

La organización no cedió y la exhibición se llevó a cabo según había sido prevista por las autoridades, pero eso si, con una hora de retraso, tiempo más que suficiente para crear un ambiente de desencanto y crispación entre el resto de asistentes. Una vez iniciado el espectáculo de los recortadores los aficionados disfrutaron del buen hacer de los protagonistas que se enfrentaron a la acometida de los toros con el mejor de sus artes.