El municipio de Viñas fue el más afectado por el incendio que comenzó el pasado sábado, a las 15,30 horas, en Nuez de Aliste, y se extendió luego imparable por los términos de San Blas, Viñas, Ribas y El Poyo a pesar de la disposición de medios humanos, mecánicos y aéreos puestos a combatir las llamas.

En la tarde de ayer todavía seguía activo, pero ya en una situación controlada aunque habían ocurrido algunos rebrotes. En su extinción trabajaban dos técnicos, cinco agentes forestales, dos aviones de Rosinos, un hilicóptero de Villardeciervos con cuadrilla de acción rápida, un avión anfibio, cuatro cuadrillas, cuatro retenes de maquinaria y cuatro autobombas.

Entre los quemados en Viñas está el joven J. F. a quien, acompañado por otro joven, le indicaron arar una zona para atajar las llamas y se vio envuelto por las mismas. En consecuencia resultó herido de consideración y perdió el tractor que fue pasto del fuego. Ahora el Ayuntamiento está dispuesto a conseguir que alguien abone los gastos del vehículo «porque a ver quién abona el tractor» según manifestó ayer el alcalde de Viñas, Bernardo Casado, que suspenderá las vacaciones por tierras gallegas para regresar a un municipio desgraciado en gran parte por las llamas. Casado hace mención al acuerdo la que había llegado el Ayuntamiento para gestionar la caza mayor del municipio, mediante la constitución de un coto intensivo, y las distintas Asociaciones de Cazadores la caza menor. Los recursos cinegéticos han sufrido gravemente las consecuencias.

Los responsables del Proyecto Laia Natura, Joan Antoni Pascual, y José Manuel Pablos, se desplazarán el miércoles para hacer una valoración de los daños. Precisamente este año habían iniciado el proyecto de dinamización cultural con actividades destinadas a combatir el despoblamiento rural aprovechando la riqueza natural del municipio. Joan Antonio señaló ayer que «la pérdida es de millones porque el término de Viñas tenía un potencial natural muy alto. Ahora hay que hacer una gestión de áreas quemadas y hay que buscar soluciones. Habrá que buscar solidaridad y voluntariado, algo que sea una punta de lanza para conseguir la recuperación del ecosistema». Delfina Ramón Calvo, de Viñas, afirmaba ayer que «el incendio nos dejó sin nada y esto ha quedado como un desierto. Se quemaron las majadas de robles de "Porcaliza" y "Pie de Morro", las huertas y linares». Hizo mención a la tensión que vivió el personal «que pasó mucho miedo porque había mucho fuego y grandes llamas. La gente no pegó ojo por la noche y no pudo dormir».

Virgilio Montes, de Palazuelo de las Cuevas, no podía esconder su impresión «porque el ambiente da pena, antes todo estaba verde y ahora está negro y abrasado». Raquel Lorenzo, de El Poyo, igualmente hace referencia «al miedo que pasó la gente y a la pena que dar ver el paisaje quemado». Afirma que el fuego «parecía una bestiada» por las impresionantes llamas que aparecían en el frente del incendio en la tarde noche del sábado.

Desde la Guardia Forestal se apunta que «había muchos medios en la extinción pero no daban abasto porque el fuego se fue abriendo en abanico y se hizo muy difícil. Además el combustible estaba muy seco». A ello se añadió la simultaneidad de los incendios de Viñas, Palazuelo, Bretó y Zamora. A la coincidencia de los siniestros se sumó el viento que fustigaba las llamas dando alas a su avance por el terreno. Agentes de la Guardia Civil y de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales analizan, todavía, las causas de los incendios.

Un espectáculo de grandes llamas y mucha desolación

Los incendios, como ya es habitual, despertaron el interés de la población y fue un espectáculo seguido con emoción por cientos de personas desde los albores, cuando el humo comienza a elevarse hacia los cielos anunciando lo que se avecina. Luego llega el rugido de los aviones, helicópteros y el trajín de vehículos y cuadrillas que, igualmente, constituyen otros elementos sobresalientes del cuadro que se ofrece la vista.

Durante la tarde noche del sábado las poblaciones afectadas no sólo vivieron con temor las consecuencias sino que contemplaron asombrados la fuerza y la magnitud de las llamas. Las gentes salieron de sus casas y ocuparon caminos y calles para seguir las evoluciones del incendio, algunos con las cámaras fotográficas en ristre para inmortalizar unas imágenes que no dejan de causar impresión.

La expectación volvió ayer a ser otra realidad, pero en este caso para detenerse a mirar las trágicas consecuencias que dejan tras de sí los incendios. Una calcinación que es contemplada con pasmo. Las personas salen de sus casa y acceden a los puntos más panorámicos de las carreteras para observar en toda su medida las pérdidas y la transformación; lo que fue anteayer y lo que queda.