Sesnandez.- Angel Ferrero Rodríguez nació en Sesnández de Tábara el día 28 de julio de 1931. A los trece años, allá por 1944, tiempos de promociones sacerdotales a cargo del clérigo Jesús, se fue a estudiar a Algorta con los paisanos Miguel Manjón "Candil", Antonino Andrés y Antonio Fínez. Tras los cinco años de Bachillerato, curso dos años de Filosofía en Córdoba. Al regreso de hacer el servicio militar, realizó tareas de la tierra y se buscó un futuro trabajando en Agromán y estudiando Magisterio en Zamora. Hizo las oposiciones en Madrid y su primer destino fue Lozoya, de donde pasó a Aldealengua de Santa María, Segovia, dos años, para recalar luego en la población madrileña de Pinilla de Valle, cuatro cursos, desde donde pasó al Bosque hasta 1972. Su último destino sería Colmenar Viejo donde aún reside.

«La quiñonada que hoy nos ofrece Angel es para quienes quieran disfrutar del pasado, descubrir las raíces del presente y proyectar anhelos de supervivencia para un pueblo que no quiere que su historia se termine», afirmaba el presentador, Antonino, ante los numerosos vecinos que abarrotaron el centro social y cultural atraídos por la personalidad del autor, una persona muy activa y querida, a la vez que por conocer sus investigaciones históricas.

La obra es un acercamiento a documentos y vivencias, iglesia y cofradías, fiestas y faenas campesinas, emigraciones a Argentina y Cuba, sucesos buenos y malos, una mirada de más de cinco siglos.

Pimentel y 20 vecinos el 6 de abril de 1471

El acta fundacional de la localidad de Sesnández se rubricó en Tábara el 6 de abril de 1471 ante Sancho Saldaña, escribano de su Majestad y público del lugar de Coomonte, que daba testimonio de la escritura pública. De una parte comparecieron los que luego serían primeros 20 vecinos sesnandinos. Martín Boya, Juan Fernández de la Torre, Martín de Torres, Pedro de la Peña, Martín Romero, Pedro Cabeza, Juan Lorenzo, Juan Mozo, Pedro Leal, Fernán Rodríguez, Alfonso de Atayo, Fernando del Río, Pedro Miguel, Juan Fernández, Juan Blanco, Juan Pérez de Zeonal, Juan de la Peña, Juan de Dios y Pedro Gallego. De la otra, don Pedro Pimentel señor de Tábara y su tierra. Los primeros se comprometían en el escrito a poblar el lugar de Sesnández y convertirse en vasallos del Marqués. A cambió deberían pagarle «en cada año para siempre jamás 10.000 reales de la moneda que corriese al tiempo de las pagar con más seis carneros y todos los diezmos en la forma que se acostumbra en la tierra y comarca de dicho lugar, bien entendido que aunque viniesen más vecinos a dicha población no habrán de pagar más renta, pero si faltasen hasta el cumplimiento de los veinte habrán de pagar la misma renta y más dos mil maravedíes en remuneración de los diezmos que faltasen».

Pedro Pimentel los recibió como vasallos y les dio el lugar para poblar y vivir en el ellos y sus descendientes y demás personas que viniesen a morar en él por dicha renta y carneros, «con facultad para poder hacer casas y corrales, pastar los pardos, montes y ejidos, fuentes y ríos, corrientes y manantes y aprovecharse de todo ello a monte cerrado sin pagarle más renta, pecho ni facendera».