La población de elefantes en la República Democrática del Congo se calcula que se ha reducido en un tercio en los cinco últimos años, mientras que las autoridades tanzanas investigan el supuesto incremento de ese tipo de caza ilegal en los parques nacionales del país.

Mientras tanto, en las seis últimas semanas se han confiscado en el sureste asiático colmillos de elefante enteros o troceados por un valor de 22 millones de euros, indica el periódico.

En Vietnam, los aduaneros se incautaron de 1.200 secciones de colmillos de 900 elefantes con un peso total de 6,23 toneladas, que se habían embarcado en el puerto tanzano de Dar es Salaam y que supuestamente iban destinadas a China.

Según los conservacionistas, la caza ilegal en los citados países africanos y en Sudán está alcanzando niveles que no se conocían desde que en 1989 se prohibieron a nivel global las ventas de marfil.

Los conservacionistas atribuyen el aumento del tráfico de marfil a la decisión adoptada el pasado octubre, por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro (Cites), de aprobar la venta a China y Japón de 108 toneladas de colmillos procedentes de cuatro países del África meridional con poblaciones de elefantes sostenibles.

Según esos activistas, las confiscaciones llevadas a cabo en Asia y el incremento de la caza ilegal confirman los temores expresados por ellos a raíz de aquella polémica decisión de la Cites en el sentido de que sólo serviría para alimentar el comercio ilegal.

Los conservacionistas creen que se está utilizando el comercio ilegal como tapadera para el contrabando de marfil a China, donde hay una demanda creciente.

"Esta alarmante serie de incidentes indica que se ha producido una escalada de la caza ilegal en algunos países africanos paralelamente a un aumento del comercio ilegal de marfil en los mercados del Lejano oriente", explica Michael Wamithi, director del programa para elefantes del Animal Welfare Fund (Fondo para el Bienestar Animal).

La propia Cites ha negado que exista una relación directa entre la venta de marfil procedente de Suráfrica, Namibia, Botsuana y Zimbabue, el pasado octubre, acompañada de una moratoria de diez años de ese tipo de ventas, y el incremento de las actividades de caza ilegal y contrabando de marfil.

Sin embargo, la organización Traffic, que supervisa la evolución del comercio de animales salvajes, informó el pasado mes de febrero de que los precios del marfil de procedencia ilegal habían aumentado hasta 1.500 dólares el kilo.

Pero Cites pone en tela de juicio esa cifra y afirma que el precio medio durante la venta de marfil a China y Japón era de 162 dólares por toneladas.