La investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Celia Sánchez ha presentado este proyecto en rueda de prensa y ha dicho que se ha probado científicamente que, si evitamos la parte nociva de la luz visible, "el desencadenante que provoca la muerte celular ya no va a existir o va a existir en menor proporción".

El sistema visual consta de una parte óptica y otra neuronal, y es en esta última donde se encuentra la retina.

En una porción de la retina se encuentra la fóvea, que es donde reside la mayor agudeza visual, parte conocida también como "mancha amarilla" porque tiene un pigmento que la hace de este color.

Una de las maneras que tiene la retina para autoprotegerse es, precisamente, la actuación de estos pigmentos amarillos, una protección natural del ojo humano frente a las longitudes de onda más corta que puede verse afectada por ciertas patologías.

Entre ellas, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad del ojo relacionada con el deterioro y los daños en la mácula, una capa de tejido sensible a la luz localizada en la parte posterior del ojo, en el centro de la retina, y considerada como una de las principales causas de ceguera en el mundo.

De ahí la importancia de este filtro, según Celia Sánchez, quien ha detallado que se trata de una solución "inocua, económica e invisible".

Esta invención para ojos pseudo-afáquicos (operados de cataratas) y/o con degeneración macular y retiniana, que ha recibido varios premios, consta de la combinación de una lente de contacto común y un filtro de pigmentación amarilla.

En la actualidad existen en el mercado diversos tipos de filtros provistos de pigmentación amarilla, pero no se ha llegado a un procedimiento o dispositivo óptimo para aplicar estos filtros al ojo humano como medida terapéutica y preventiva para sustituir o mejorar la protección natural, según ha indicado esta investigadora.

Este filtro, del que su creadora cree que pronto estará comercializado, para lo que están negociando con empresas de EEUU, se puede aplicar a cualquier tipo y diseño de lente de contacto con o sin graduación.

Para llegar a estas conclusiones, en primer lugar, se estudiaron ratones expuestos a distintos tipos de luz, se analizaron sus retinas y se demostró cuál era la parte de la luz natural y artificial que produce el daño en la retina (bandas de luz violeta y bandas de luz azul).

En la siguiente experiencia se pudieron lentes de contacto a los animales para conseguir producir una barrera para la luz nociva.

"Los experimentos han demostrado que nuestras lentes consiguen bloquear estas bandas perjudiciales en la proporción adecuada", ha remachado.

Un aspecto importante, según esta profesora e investigadora, es que las lentes siguen siendo "totalmente invisibles" y que, además, la percepción de los colores y de los contrastes no se ve alterada.

Estos resultados se han conseguido gracias a amplios ensayos clínicos realizados en personas durante los últimos cuatro años.

La UCM también ha realizado experimentos con conejos, a los que se les ha operado de cataratas para simular cómo afecta la luz a los seres humanos con estas condiciones.

"Se comprobó que los genes que protegen la retina se ven aumentados en los animales protegidos de forma artificial, mientras que los que producen la muerte celular -y por tanto la ceguera-, están aumentados en los animales que no llevan protección", ha señalado esta científica.

Sánchez ha añadido que ahora se está llevando a cabo un estudio en 23 hospitales españoles en personas operadas de cataratas y con distintas lentes.